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Espaldarazo o beso del Diablo, la disyuntiva de Samuel con AMLO (y Tesla)

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Hay ingenuidad política en confundir un espaldarazo con un beso del Diablo. Al “rescatar” al gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo hunde políticamente porque, como el bumerán, tan caro al inquilino de Palacio Nacional, tiene un efecto negativo porque reivindica al PRIAN en Nuevo León. ¿Cuánto vale un espaldarazo de López Obrador? Mediáticamente, todo; políticamente, nada. ¿Cuánto vale un beso diabólico de Andrés Manuel en Nuevo León? Política y mediáticamente todo… toda la insidia.

Cuestión de comicidades.

“Advertido y medroso de esto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros, y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas; y, leyendo en su manual, como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano y dióle sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su misma espada, un gentil espaldarazo, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; pero las proezas que ya habían visto del novel caballero les tenía la risa a raya. Al ceñirle la espada dijo la buena señora:

“–Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides”.

Como el ventero de Cervantes, hay humor y risa en López Obrador al armar caballero andante o viajante mundial al doctor Samuel, con pescozada y espaldarazo.

De don Quijote podemos saltar a los chistes de Pepito. A saber: “Cómo será de viejo este chiste para que yo lo haya escuchado en mi infancia: Pepito tiene dos dulces. Come uno, cuando va a llevarse a la boca el otro, éste se le cae al suelo, va a recogerlo, su abuelita se lo impide: No Pepito, ese dulce no lo puedes recoger porque ya lo besó el diablo. Al rato la abuelita resbala, cae al piso. Pide la ayuda de Pepito: ¡Levántame chamaco! No abuelita –dice el terrible escuincle– ya te besó el diablo” (Manuel Ajenjo, 2010).

Para los nuevoleoneses aspiracionistas, que son muchos, que López Obrador dé un espaldarazo al doctor Samuel equivale al beso del Diablo. Legitima al PRIAN porque políticamente estos partidos se aprovechan de la relación gobernador-presidente (en Nuevo León muchos ciudadanos desprecian a AMLO y la 4T), destruye la narrativa (auto) salvavidas de García Sepúlveda del nuevo estadio de los Tigres y, lo peor para el gobernador de Nuevo León, le quita dientes para defender el asentamiento de Tesla en Santa Catarina.

Para López Obrador un espaldarazo al doctor Samuel (“Samuelito”, según el secretario de Gobernación, Adán Augusto López) nada significa, pero con el beso del Diablo el gobernador Samuel García puede perder todo, incluyendo Tesla. ¿Cómo reclamarle a López Obrador que, como aseguró el vocero Jesús Ramírez, se lleven las actividades de la empresa de Elon Musk cerca del aeropuerto Felipe Ángeles?

Entre espaldarazo y beso del Diablo orbita la ingenuidad de Samuel Alejandro García Sepúlveda. Hay apapachos que engañan. Como el chiste de Pepito, ya lo besó el Diablo, nadie en Nuevo León levantará al chamaco chamaqueado.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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