Por José Jaime Ruiz
La anécdota gringa es súper conocida: toda política es local. La frase de marras se le adjudica a Tip O’Neill, quien fue presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Se sabe que durante las elecciones al Congreso de 1982, O’Neill “presentó un proyecto de ley de empleos de mil millones de dólares sobre la mesa. El líder republicano de la Cámara de Representantes, Robert H. Michel de Peoria, Illinois, se opuso al proyecto de ley, pero O’Neill pronunció un discurso transmitido en Peoria que mostró cuántos problemas de infraestructura en Peoria serían solucionados por el proyecto de ley”. En efecto, “al golpear a su rival donde vivía, O’Neill tradujo un debate generalizado sobre la política económica nacional al nivel local, minorista”.
El gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda basó su campaña en la defensa de la identidad norteña, un segrecionismo cultural que nos viene del siglo XIX: en el tema nacional del reparto fiscal (la supuesta injusticia para Nuevo León), en la confrontación millenial (fuera la vieja política), en el clasismo bilingüe y xenófobo (“Lo que yo quiero inculcar en mis emprendedores es la cultura del esfuerzo, de trabajo, la cultura del doble idioma ¿Por qué me atas al centro si aquí somos mejores, esa es la duda?” y “Habrás escuchado la frase, que ahora ya me consta que es real, que en México en el norte trabajamos, en el centro administran y en el sur descansan”).
Segregacionista, el doctor Samuel terminó integrado políticamente al centro. El presidente Andrés Manuel López Obrador impide que la lumbre le llegue a los aparejos. Desde allá le resuelven sus problemas, aunque el gobernador siga enamorado de Washington, Nueva York, Europa y sea un entreguista a las autoridades de Texas. Aspiracionista, quiere codearse con “los mejores”, ya sea Bill Clinton o los organizadores del Super Bowl.
Toda política es local. Aunque vocifere que no atenderá ni un minuto a su juicio político, las evidencias lo contradicen. En su conflicto con el PRIAN no solo entregó minutos, horas y días al juicio de su secretario de Gobierno, Javier Navarro. No un minuto, ya entregó las cabezas de la titular del Periódico Oficial y de su estimadísimo Félix Arratia, quien tuvo que abandonar la acosadora Subsecretaría de Administración Tributaria.
Como senador, el doctor Samuel pudo asistir a un Super Bowl, desdeñando sus tareas legislativas. Hace tres años posteó: “A los nuevoleoneses les gusta mucho el americano, sé que me encontraré a más de uno, allá nos vemos. Les estaré platicando de mi viaje como siempre lo hago. ¡Vamos 49s!”. Ahora quiso hacer lo mismo, no pudo. Y sus viajes de placer los justifica como trabajo, casi una queja como cuando la hacía cada sábado, “muy temprano”, de caddie de su padre en el golf.
Toda política es local. El gobernador necesita enfocarse porque está extremadamente divorciado de sus electores y no-electores. Todo trabaja en contra de la gobernabilidad, y gran parte de ello es por sus errores: la relación con el Congreso, la contaminación que atenta contra el derecho a la salud de los regios (el impuesto verde es una vacilada), la inseguridad en aumento (violencia, muertos, feminicidios), la nueva crisis hídrica, la movilidad inmóvil. El doctor Samuel podría entender que si los minutos que gasta en sus viajes y sus sueños guajiros (el estadio de los Tigres) los usara para atender la grave problemática de Nuevo León, no tendría a los ciudadanos en contra en las redes sociales y en los abucheos de la raza de pie.
La política que importa no está en Washington, Arizona, Austin o El Vaticano. En el pizarrón digital de la vida pública de Nuevo León, el doctor Samuel debe de escribir 70 veces 7: «Toda política es local» porque… “quien se fue de Sevilla, perdió su silla”.
