Por Francisco Tijerina Elguezabal
Algo está mal, pero muy mal, cuando el remedio sale más caro que la enfermedad.
Para iniciar plantearé dos hechos irrefutables que dan cimiento a mi postura: los seres humanos somos animales de costumbres y, por otra parte, tengo más años de vivir en Monterrey que la Secretaria de Desarrollo Urbano Municipal, Brenda Sánchez.
En esta era de gobernar con ocurrencias y no con ideas serias, a la funcionaria regia se le puso cambiar la historia y soltarse a colocar señales de alto en un montón de cruceros del centro, invirtiendo las preferencias viales de muchísimos años, bajo el argumento de “evitar accidentes”.
De toda la vida, el par vial formado por Padre Mier y Matamoros, desde los Condominios Constitución hasta la Prepa 2 en el Obispado, tuvo preferencia vial y a eso estamos acostumbrados los habitantes de la ciudad; son por tanto, ambas calles, un alivio y opción para las siempre ocupadas Constitución y Morones Prieto.
Doña Brenda, siempre ingeniosa, dijo que el año pasado hubo casi 400 accidentes en el Distrito La Purísima (whatever that means) y que un tercio fueron por exceso de velocidad y pasarse los altos, por lo que puso en operación el programa “Movilidad Barrial” que busca brindar más seguridad a los peatones controlando la velocidad de los conductores.
Aquí uno respinga y dice: ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? ¡Nada, pero dices estadísticas y parece que le entiendes al tema!
Y para que vean que hay estudios detrás de su decisión añadió: “Según un estudio de la Universidad de Texas y la UR, en Padre Mier y Aldama pasan 2 mil 652 personas al día, acumulando hasta 546 cruces en su hora de más alta demanda”.
Y vuelvo a respingar: ¿Y por tanto, vamos a darle preferencia a la calle con menor tráfico? ¿No se da cuenta Sánchez que su ideota generará mayor contaminación y tráfico?
La semana anterior circulaba por una de esas callecitas a las que ahora han dado preferencia y al llegar a Matamoros me correspondía el paso libre, sin embargo “viejo lampareado” que es uno, frené al llegar al crucero, con tan buena suerte que evité que un camión materialista cargado me impactara al no respetar la nueva señal de alto. Un hombre que estaba en la esquina volteó a ver y exclamó: “¡Uffff!”.
Los humanos somos animales de costumbres y tenemos toda la vida utilizando esas dos y otras avenidas más de una forma, por lo que cambiar resulta complicado y en los días recientes tras la ocurrencia de la funcionaria municipal ha suscitado un sinfín de conatos de choque y otro de alcances ante la absurda modificación.
Detrás de la loca idea de Brenda Sánchez no hay más que esa obecación por hacer una ciudad para los peatones y no para los vehículos, lo cual en el fondo es bueno, pero lo que no hace la secretaria es brindar opciones para una ciudad colapsada, sin transporte ni alternativas de movilidad, de manera que sus “pacificaciones”.
La “pacificación” de la funcionaria puede costar vidas, sus locas ideas de cambiar la preferencia de las calles, las rampas, banquetas anchas e isletas en las esquinas, traerán como consecuencia el incremento en los accidentes y ojalá, lo digo en serio, no se presenten muertes, porque le cambiará la vida a esas familias y no como ella pregona.