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Influencers y el Águila Azteca

Por José Francisco Villarreal

Veía casualmente el video de un “tiktoker” que se pitorreaba las declaraciones de una joven.
Cuestionada por un sujeto, la chica hablaba contra la derecha internacional. El tiktoker se burlaba porque la joven no tenía idea de qué es el comunismo. Una ignorancia que compartimos universalmente, incluyendo al propio tiktoker guasón que se nota que no sabe que TikTok es una plataforma de origen chino, y no de Taiwan sino de la República Popular China. Un país socialista gobernado por un partido comunista, y con una economía que tiene sobre ascuas a los principales países capitalistas. Esto sí que está literal y metafóricamente “en chino”.

Los medios de comunicación no han ayudado mucho a aclarar esta rosa de los vientos sociales. Los puntos cardinales se confunden, ayuntan, aparejan, reculan, y nos quedamos con definiciones a medias. Así navegamos en el mar proceloso del socialismo, comunismo, capitalismo, derecha, izquierda, populismo, patriotismo, democracia, neoliberalismo, monarquía constitucional, dictadura democrática, democracia dictatorial, etc. Somos tan orgullosamente ignorantes que no dudamos en calificar como “comunista” a Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, tal vez por su partido (único, como en China). Es posible que ni él ni los cubanos sepan con certeza qué tipo de sociedad son, qué economía tienen, y cuál es su ideología. Digo los cubanos de Cuba, los de Florida ya son gringos, no cubanos.

Caló hondo que el presidente López haya otorgado la Orden del Águila Azteca al presidente de Cuba. No estoy seguro en qué grado honorario, pero debe ser el collar, por el rango del mandatario. Un honor que debe compartir con algo de incomodidad con el yerno de Donald Trump, Jared Kushner, a quien Enrique Peña Nieto ofreció la misma orden, aunque seguro sólo la banda y no el collar. Como grandes maestres de la orden, sólo los presidentes saben los motivos verdaderos de la distinción. Desde gayola sólo podemos suponer que Peña fue vergonzosamente servil ante un gobierno que nunca se cansó de insultar y amenazar a los mexicanos. En cambio López debió tener otros motivos, además de la histórica amistad entre los pueblos cubano y mexicano (que no necesariamente entre sus gobiernos).

Si yo fuera maligno e incordioso, pensaría que otorgar esa distinción al mandatario cubano fue un acto deliberado de don Andrés para causar cólicos biliares y ataques de gastritis a la facción panista (sí, dije facción) insertada en las coaliciones opositoras. Y ya sabemos cómo es de pícaro y bromista el tabasqueño. Son tan predecibles que era de esperarse no sólo la reacción, también el tono, el guion y hasta las plataformas y voceros que usarían. Esto es un distractor muy valioso en tiempos electorales (estatales) y preelectorales (nacional); útil como para llevarlos luego al borde del infarto cerebral con el anuncio de una posible cumbre de países “progresistas” que, por supuesto, no tardarán en estigmatizar con el oprobioso y utópico calificativo de “comunista”.
¡Vade retro, Satán! A decir verdad a mí, a Joe Biden, y a la mayoría de los mexicanos, estos desfiguros nos pasan de noche. Por necesidad o conveniencia, somos más pragmáticos. La oposición no entiende; sigue entercada en ser chillona, soberbia, sobreactuada, farragosa y dispersa.

El rebote inevitable de este acontecimiento se notó también en las redes sociales, donde ya estamos cada vez más atrapados en las honduras de la sabiduría barata y el periodismo en chanclas. Alguna vez comentaba de youtubers “cuatrotetistas” que ganchaban a sus videos usando anzuelos falaces. Los títulos, además de no ser ingeniosos, anticipan algo que, una vez en el video, es relativamente cierto, confirmado con interpretaciones alucinantes. Valen porque destacan hechos que son deliberadamente ignorados o neutralizados en los grandes medios de comunicación convencionales. Pocos de estos canales de Youtube hacen un desglose serio de los hechos y plantean hipótesis razonables. Facebook, Twitter y TikTok ya de plano son pura chorcha y lavadero. Los grupos de WhatsApp tienen la discreción de ser selectivos, aunque suelen caer con frecuencia en un muy unido pero patético muro virtual de lamentaciones y la-mentadas. Las redes, como emplazamientos de defensa del régimen, han funcionado bien y han sido muy efectivos, mucho más que el reprobable uso de bots diestros o siniestros, que son un engaño evidente que sólo se creen los devotos del bot y los novatos en las redes. En su inmensa mayoría, todas estas variantes son puro periodismo placebo. Y como cualquier placebo, a veces funciona, aunque no haya tenido esa intención.

A propósito de las bromas de don Andrés y de las “benditas” redes, me enteré que el Partido Acción Nacional por fin dejó su poco creíble seriedad institucional para entrarle al cotorreo y la chacota. ¡Al fin entendió que han subutilizado las redes sociales! Han logrado enervar a muchos, pero las redes frenéticas no son como un porro, no crean adicción. La gente normal se harta de los vituperios y rabietas recurrentes, deja de ser divertido y se vuelve sospechoso y repulsivo.
¡Cuidado! Los que se quejan de todo y de todos, acaban siendo primero ignorados y luego rechazados.

No sé si les cayó el veinte o por puro instinto, pero los panistas convocaron a una especie de academia para hacer “influencers”. ¡A estas alturas empiezan apenas a entender el uso de las redes! Es como servir el almuerzo después del entripador atole. A mí me dio bastante risa, porque se me hace que por ahí no es: no hay nada más ridículo y socialmente nocivo que un influencer.
No hay manera de reivindicar al narcisismo como virtud social, mucho menos política. Si la convocatoria tiene éxito, no tardaremos en encontrar a cada paso a esta novedosa generación de influencers promocionando al panismo como si fuera una nueva marca de papas fritas o un destino turístico. Me intriga mucho cómo solucionarán el detalle de que los que aspiran a ser influencers, y no son pocos y no todos son jóvenes, no sólo buscan reconocimiento estelar, también una remuneración exagerada. Además, los influencers no suelen ser inteligentes sino listos, lo que no garantiza una lealtad ideológica.

Recién se reunieron organizaciones en pro de los derechos de los consumidores Tec-Check y El Poder del Consumidor. Emitieron un informe que también es una advertencia. El informe se llama “#ChatarraInfluencer”. Cito parcialmente: “muchos de los contenidos de los influencers, disfrazados de recomendaciones o experiencias de vida cotidiana, son publicidad engañosa, que no es percibida así por millones de seguidores”. Creo que no necesitamos estadísticas, laboratorio
y microscopio para comprobar esto. Es el modus operandi y vivendi de los influencers, esos que exigen comida gratis en un restaurante a cambio de una mención en sus plataformas. Hasta el más entrañable influencer, y yo sigo a algunos, busca capitalizar su influencia. Esa es su prioridad, no tanto la veracidad de sus contenidos. Con este antecedente genérico, tal vez políticamente sería más redituable que Acción Nacional insertara sus novísimos cuadros en grupos de WhatsApp, lamentos y la-mentadas, pero coincidentes y unidos, algo que de veras sí les urge a todos los partidos y movimientos, especialmente en la oposición. ¿Influencers políticos a estas alturas?
¡Después de atole, ya pa’ qué! Aunque, dicen, “Nunca es tarde si la dicha es buena”.

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// Por José Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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