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Por José Francisco Villarreal

Hace años, muchos, mi agüelo y yo disfrutábamos ver el noticiero nocturno del extinto Imevisión. Lo conducía Pedro Ferriz de Con, y era bastante ameno. Lo que nos importaba del noticiero era la interacción de Ferriz con el titular de Deportes (no recuerdo su nombre). Ni a don Toño ni a mí nos importaban los deportes, pero la dinámica de los conductores era muy divertida. Normalmente terminaba con algún consejo rápido para asaltar el refrigerador y prepararse un bocadillo. Y en efecto. No pocas veces oímos el reproche de mi agüela que, desde su cama, nos gritaba: “¿Ya están rumiando? ¡Guzgos!”. Era un noticiero agradable, tiempos cuando Ferriz no se ponía frenético. Su padre, don Pedro Ferriz Santa Cruz, era ya legendario en los medios de comunicación. No recuerdo haberlo visto frenético. Si acaso en el personaje de aquella parodia de Los Polivoces, que satirizaban el interés de don Pedro por el fenómeno OVNI, “¡Ah, verdad!”. Aguantó vara don Pedro, porque a pesar de que hubo temporadas en las que se reportaban avistamientos por todo el país, mantuvo la seriedad de sus teorías hasta el último momento, literalmente.

El fenómeno OVNI (Objeto Volador No Identificado), es como el del vampirismo: universal y con muchísimos testimonios. El ilustre historiador fray Agustín Calmet disertó sobre el vampirismo, escéptico, pero con reservas. El padre Feijoo lo citaría luego, con respeto, pero con incredulidad. Desafortunadamente para estos espectros y sus parientes, de todos los tiempos y todas las culturas, parece que no pueden ser fotografiados ni filmados. Algo tienen contra los espejos, los reflejos y los ajos. En esto los OVNIs les llevan ventaja porque suelen ser fotogénicos y, si tenemos suerte y ellos tiempo, hasta se atreven a posar.

Yo soy naturalmente escéptico. ¡Naturalmente!, porque si ya soy objeto de burlas por mi edad, no quiero añadir más pretextos para el bullying etario. Sin embargo recuerdo que en mis lejanos 20s, trepado en la sierra de Santiago, tomé una foto de la presa “La Boca”. Una panorámica muy común y corriente. Al revelar el rollo apareció un objeto dorado y cilíndrico que nunca vi, justo sobre la presa, y con reflejos perfectamente coherentes con la posición del Sol en ese momento. Lo que haya sido no fue lo suficientemente relevante para angustiarme o clamar al cielo celestial o extraterrestre. Si no sé qué es y no tengo manera de saberlo, no me voy a mortificar por eso.

Tampoco entré en pánico cuando se desató aquella desafortunada gripe porcina. Yo seguí comiendo chicharrones con toda confianza. Ni la gripe aviar me divorció de mis huevitos rancheros, bien montados en tortilla frita, y vaporosos de salsa espesa. Jamás pensé lanzar una cruzada higiénica contra los murciélagos, por el CoVid. Tampoco odio a los simios, que comen felizmente sus bananas, muy ajenos a la viruela que les achacan. A los mosquitos vampíricos sí los odio, pero eso ya es un odio muy personal.

No me gusta ser arrastrado por la incertidumbre. Me divirtió en su tiempo el Chupacabras, pero no más; también el Hombre Pájaro, la Bruja de Guadalupe, las sicofonías en la Casa de la Calle de Aramberri. Eso sí, me pone en guardia que de pronto se reporten sucesos alarmantes con una buena dosis de misterio, pero con una “casual” explicación que apunte a un responsable. No tan lejos, el sabotaje en los gasoductos de Nord Stream, que llevan gas ruso a Alemania a través del mar Báltico. Fue apenas en septiembre de 2022, y se culpó a Rusia. El recibo de Naturgy es una bicoca comparado con lo que sucedió con los precios del gas en Europa. El 8 de febrero pasado, el periodista estadounidense Seymour Hersh, un iconoclasta con mucha trayectoria, dio otra explicación bastante rebuscada pero razonable en su investigación: “Así eliminó Estados Unidos los gasoductos Nord Stream”. ¡Ah, verdad!

Por eso y toda una historia universal de distracciones, me causa sospechosismo el reventadero de globos en Estados Unidos y Canadá. Sobre todo porque usaran armas sofisticadas, que pueden pulverizar los restos, en lugar de reventarlos a sentones o mandando a un sobrinito travieso con un alfiler. Atribuir el primer globo a China, es dar manga ancha para suponer un origen similar de todos. Hasta el desastre ferroviario y ecológico en Ohio puede sacudirse las pulgas dolosas o culposas apuntando hacia afuera. Y por si eso no fuera suficiente, llamar OVNIs a algunos de esos objetos, incluso cuando aclaren que no son extraterrestres, es suficiente para que los entusiastas del tema, menos serios que don Pedro Ferriz Santa Cruz, inventen todo género de conjuras y amenazas. Si a eso añadimos los frecuentes “accidentes” en el Metro de CDMX, el incendio de un ruta 85 en la colonia Buenos Aires, el testimonio de la esposa de García Luna, el águila Azteca a Díaz-Canel, los malabarismos político-literarios sobre las declaraciones del “Rey” Zambada, el exhorto para revisar el amparo de Samuel… Pues, me da la impresión de que no estamos distraídos, ¡de plano estamos bobeando! No debería extrañarnos que, ahora sí y con sobrada razón, lleguen los Anunnakis interplanetarios a colonizarnos y, en un descuido, hasta re-vuelvan a resucitar los vampiros para desayunarnos cualquier noche de estas. Sí, coincido con don Pedro, ¡Un mundo nos vigila!, pero no está allá arriba, está aquí, adentro. Y ya nos tiene tomada la medida.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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