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Por Félix Cortés Camarillo

Soy, como todos, hijo de mujer. 

Como algunos afortunados, soy padre de mujeres. 

A mayor abundamiento, tengo nietas. 

En un descuido, claro de ellas, hasta bisabuelo resulto.

Todo ello sirva para reconocer lo importante que para cada uno de nosotros son las mujeres que han atravesado por nuestra vida, como hermanas, amigas, amantes, novias, esposas, hijas o madres o la suma de todas ellas que es simplemente la mujer.

Al Occidente político de la Guerra Fría el concepto del Día Internacional de la Mujer llegó tarde porque tenía que ser bloqueado. Había nacido luego de un incendio fatal en un miserable y explotador taller de costureras en Nueva York, cuyo sindicato inclinado al socialismo ya apestaba; la otra gran influencia venía de las comunistas alemanas Klara Zetkin y Rosa Luxemburgo, que naturalmente no se llamaba así. 

Por angas o por nalgas ya tenemos aquí más o menos establecido que el 8 de marzo es el día de las mujeres en el mundo. No me cabe la menor duda de que las marchas feministas que hoy se van a dar en la Ciudad de México serán saboteadas por las pandillas de enmascaradas de negro, mal llamadas anarquistas y que no solamente tolera el gobierno de la corcholata favorita sino que les da aliento y algún otro apoyo, para que al día siguiente su patrón pueda en su mañanera desacreditar al feminismo mexicano, que tampoco es tan intenso como debiera ser. Recordemos que ellas son más.

Paralelamente, en la embestida brutal del presidente Lopitos para aniquilar los vestigios de una democracia joven que se llama INE, por debajo del agua sus operadores políticos están dinamitando la intención legal de que una mujer sea la próxima presidente de esa institución amenazada y que debe realizar las importantísimas elecciones del 2024 en México. Obviamente, en Palacio Nacional ya está in pectore del presidente López el nombre de quien descalificará las elecciones magnas si no le son favorables al designado sucesor de López Obrador. Por eso el torpedeo al otro poder que se le escapa, el judicial. Las amenazas burdas a la presidente de la Suprema Corte de Justicia, la señora Piña, no deben ser desestimadas. La pueden –y la quieren– matar. La verdadera mafia del poder no tiene límites y lo presenciamos todas las mañanas en su diatribas, agresiones e insultos cuya producción y emisión pagamos todos los que cumplimos con nuestras obligaciones fiscales.

Yo en lo personal me aparto de esa cesión generosa de los machos mexicanos para que sea precisamente una mujer la que maneje el anterior IFE. Tengo muchos años de admirar a todas las mujeres valiosas que han visitado mi vida, y juro por la principal de ellas que es mi mujer, que han sido soberbias.

Pero en el campo del poder terrenal, no me afilio a que lo que fue una discriminación de las mujeres sea revertida en lo contrario. Creo firmemente que para el ejercicio del poder, el ser humano debe ser evaluado por lo que tiene entre las dos orejas, esto es el cerebro, y o por lo que tiene entre los muslos. 

Sin menoscabo de que hoy, y todos los días aunque no sean de marzo, ni se llamen ocho, manifieste abierta y sinceramente mi profundo amor por las mujeres.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El asesinato de Matamoros tiene mucha jiribilla: ¿puede la derecha republicana aprobar en el Congreso de Estados Unidos la Carta Blanca para que sus tropas se la vengan a beber en México persiguiendo a los narcos? Yo no lo creo. Es más, sospecho que se está usando para enarbolar la bandera de los héroes niños.

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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