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Krauze le juega el dedo en la boca a Alejandro Junco

 Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Cuando Enrique Krauze no quiere comprometerse con las causas de Alejandro Junco de la Vega, dueño de Reforma, se agacha y se va de lado: engaña con su compromiso porque le da flojera. En algunos artículos recientes, el historiador sólo cumple en publicar, siguiendo la línea editorial del medio, pero sin aportar sustancia, simple atole con el dedo.

Una de las patologías de Enrique Krauze es su reduccionismo: quien propugnó por una democracia sin adjetivos, se convirtió en el mayor adjetivador: de Carlos Fuentes dijo que era un dandy intelectual; de Andrés Manuel López Obrador, el mesías tropical; de Marx, un simple bravucón; y reduce el Plan B trayendo a colación la Constitución de 1857 que le otorgó a la Suprema Corte de Justicia una “independencia absoluta”.

Si Alejandro Junco se tragó el anzuelo historicista de Krauze, allá él. Pero Enrique no aportó ninguna crítica y ninguna evidencia de las maldades del Plan B. Analista sin análisis, da por sentado que ese plan es antidemocrático. En cuanto a la Corte, lo que no dice Krauze es que con la llegada de la ministra Norma Piña a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha impuesto la impunidad a los corruptos y delincuentes. Los botones abundan: Francisco García Cabeza de Vaca, la esposa del condenado Genaro García Luna, Ovidio Guzmán, Rosario Robles y su Estafa Maestra, Edmundo Jacobo, por mencionar los más sonados.

La idílica Suprema Corte de mediados del siglo XIX, tan añorada por Krauze, se ha convertido hoy en un poder al servicio de la oligarquía, la delincuencia, la corrupción y la impunidad. No es una Corte independiente, es dependiente de los poderes fácticos y la suya es una dependencia absoluta.

La desdicha intelectual de Krauze, para con servilismo agradar a Alejandro Junco de la Vega, es rebajar a Carlos Marx y al marxismo con una colección de sus frases en contra de México, contra Simón Bolívar y contra el hombre fuerte de Estado, en este caso, AMLO. Todo por seguir la derechosa línea editorial de Reforma en contra de los libros de texto “marxistas” de la Secretaría de Educación.

Si nos atenemos a la vulgata de esta crítica, por ejemplo, nunca leeríamos a Carlos Fuentes si antes leyésemos el ensayo de Krauze donde lo califica de dandy. El reduccionismo ramplón de Krauze, “el intelectual” de cabecera de Junco, soslaya las aportaciones filosóficas y económicas de Marx.

El pensamiento marxista sigue vigente y no he leído, porque Krauze no tiene los tamaños intelectuales para hacerlo, que se confronte con pensadores tan serios como Slavoj Žižek o Thomas Piketty.

En ese circo llamado Reforma, las cosas atienden el revés: Krauze y su apostolado intelectual de derecha, vendido como gigante, decrece en enano. Y, como dije, si a Alejandro Junco le agrada que en su próximo artículo Krauze le juegue otra vez el dedo en la boca, muy su placer.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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