Por José Jaime Ruiz
Error de cálculo, metida de pata, balazo al pie… lo cierto es que el PRIAN que domina el Congreso de Nuevo León, tomando el tantō de la desobediencia, se autoflageló haciéndose seppuko. Extraña desesperación de lo dueños del Congreso, Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos, que deslegitimaron a sus diputados ante los ciudadanos.
En la cumbre del momentum (Tesla) del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda, el prianismo demostró que legislan para sus intereses y no para los nuevoleoneses, que representan los intereses políticos y económicos de Chefo y Paco, no los intereses de los ciudadanos. Desde hace trienios el Congreso de Nuevo León está secuestrado por el PRIAN, me corrijo, por las facciones dominantes de esos partidos políticos.
La abrupta y delirante decisión prianista los puso de pechito para el contra-golpeteo vía el secretario de Gobierno, Javier Navarro, de la diputación de Movimiento Ciudadano y hasta de Aldo Fasci Zuazua. Los insurrectos de la legalidad del Poder Legislativo no demostraron soberanía –la soberanía, en realidad, reside en el pueblo– sino sometimiento, dependencia hacia su patrones y amos: Chefo y Paco Cienfuegos.
La pifia del Congreso trae consecuencias mediáticas, la opinión publicada los desfavorece; ciudadanas, la opinión pública los desprecia; políticas, porque “des-abanderan” sus banderas en contra del gobernador; electorales, porque ¿cómo confiar en llevar de nuevo al PRI y al PAN al Congreso local si, a las primeras de cambio, dejan tirada la chamba? ¿Por qué elegir a representantes populares que no representan a los ciudadanos sino, a través de Carlos de la Fuente y Heriberto Treviño, a los intereses de Chefo y Paco?
Los prianistas habían jugado muy bien abanderando los intereses ciudadanos y aprovechando los errores de la actual administración estatal en contaminación, movilidad, seguridad, crisis hídrica, feminicidios, entre otros escabrosos temas. Su desapego a la labor legislativa los exhibió como farsantes o, al menos, hipócritas, que no es lo mismo, pero es igual.
¿Con qué cara dar la cara a los ciudadanos? ¿De qué cara se habla cuando encaran las próximas reelecciones disminuidos? Carlos de la Fuente, Heriberto Treviño, Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos son los nombres de los autores intelectuales y materiales del harakiri, del “legislacidio”.