Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Se aprende más por lo que la gente habla entre sí o
por lo que se sobrentiende, que planteándose preguntas”
Rudyard Kipling
Si Jesús Nava, el alcalde de Santa Catarina, me pidiese un consejo sobre cómo afrontar el enorme broncón que se le avecina con la llegada de un titipuchal de personas a vivir a su municipio por la instalación de Tesla, lo primero que le respondería sería que acudiese a la sabiduría popular.
Le recomendaría organizar unas giras en las que él directamente, no funcionarios de su administración o enviados, sino él en persona, fuese a Cadereyta, Pesquería y García, a enterarse de los problemas que han tenido que pasar con el crecimiento desmedido de su población.
Le diría que no vaya y les pregunte a Cosme, “Pato” o Carlos, los alcaldes, porque esos no tienen ni remota idea de cómo se originaron los problemas; la muestra está en que no saben aún cómo resolverlos.
En cambio le sugeriría que acudiese con los cronistas municipales, con el párroco, el señor de la peluquería, las señoras de las tienditas, para escuchar sus historias y conocer la manera en que más por las soluciones ciudadanas, la población ha ido resolviendo sus necesidades más apremiantes.
Porque tan pronto empiecen a llegar los fuereños aparecerán, como por arte de magia, los nuevos fraccionamientos llenando de casas las cercanías, pero no basta con ellas, habrá que ponerles plazas, escuelas, hospital, tiendas; tendrán que tener agua, luz, drenaje, transporte, interconectividad y movilidad.
A Cadereyta la llegada de la Refinería, esa que hoy nos contamina, hace muchos años, le sigue costando dolorosos aprendizajes, porque por más esfuerzos que se hacen desde la alcaldía, las necesidades siempre superan los presupuestos y es menester el administrar la ciudad de una manera adecuada si no quieres que se salga de control, como ocurrió durante largos años en la capital escobera.
La historia es similar en Pesquería a donde Kia llegó y llevó el desarrollo, pero a la par los problemas. El actual alcalde no tiene ni idea del polvorín en el que está sentado y confiado en su antecesor cree que puede navegar las aguas en calma, pero cualquier día, por cualquier cosa, el asunto puede tronar y él será quien deba enfrentar los problemas y las consecuencias.
Igual ocurre en García donde la tierra barata llamó la atención de los desarrolladores y de pronto aquello se llenó de personas, personas que exigen atención y soluciones. Igual pasa en Zuazua o Ciénega de Flores, donde los alcaldes creyeron cuando ganaron el puesto que se habían sacado la lotería, pero nadie les avisó que lo que en realidad habían ganado era la rifa de un tigre.
Los funcionarios públicos de otros niveles y de los propios municipios pueden ayudar, pero el mejor lugar de donde se puede aprender es la sabiduría popular. No se pierde nada si te sientas con el encargado del puesto de tacos, el dueño del depósito o la dueña de la papelería, que seguramente tendrán más experiencias y sobre todo soluciones para resolver los problemas.
Es una sugerencia, él sabrá si la toma.