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Por Carlos Chavarría

Menudos apuros debe estar pasando el Canciller Marcelo Ebrard para que no le den importancia;  los países que un día si y otro también, entran a formar parte del cartel de “enemigos y adversarios de la 4T”; al tono de las diatribas presidenciales,  y evitar que se confronten los intereses con la dinámica de los objetivos electorales del liderazgo de MORENA.

Es cierto que en este año, habrá elecciones en los EEUU y que debido a sus propias tensiones internas, usan a México de acuerdo a las conveniencias de cada personaje del medio político de allá, pero los norteamericanos si disponen de políticas publicas consensadas entre ellos y la obligación  de afirmarlas más allá del rejuego político del momento.

Por supuesto que las políticas publicas de cualquier país están diseñadas en función de los intereses estratégicos de cada uno y los norteamericanos tienen bien claro los de ellos.

Lo que sorprende a cualquiera, es que los intereses de México, país,  no concuerdan con el discurso cada día del gobierno, presidente.

A diferencia del norteamericano, el ejecutivo mexicano tiene toda la libertad y discreción para determinar y cambiar las políticas públicas pues estas no son mas que un costal de generalizaciones discursivas que obligan a todo y a nada al mismo tiempo.

Aun cuando el respeto a las políticas estuviese inscrito como obligación en la Carta Magna, el presidente de turno puede moverse con gran flexibilidad. Esto es una herencia del pasado de partido único y los demás partidos no se les ve ninguna intención de cambiar las fronteras del poder presidencial.

Si bien el lenguaje es la base de la transmisión del pensamiento, en los verbos de acción y en muchos de los predicados, acostumbrados en la expresión constitucional subyace la vaguedad como fácil recurso que dificulta el encontrar el significado en acciones concretas, de alguna política pública. Por ejemplo un dia somos férreos defensores de la no intervención, y al día siguiente nos metemos hasta donde nadie nos llama.

“Procurar”, “promover”, “agilizar”, … “en beneficio de la comunidad”, etc., no concretan  o señalan alguna acción relevante concurrente a la problemática actual o futura del país. El ejemplo mas evidente es en el tema de la seguridad, violencia y justicia.

Retrospectivamente si se puede apreciar la actuación del ejecutivo y de ahí sintetizar cual fue la política publica que se aplicó, coincida o no, con el discurso del ejecutivo. La desgracia para los mexicanos es que difícilmente se podrá resolver algún problema de índole nacional en 6 años de duración de una administración, mucho menos si cada administración inventa una nueva política publica para cada cosa.

El viejo régimen aplicaba al crimen general, la política de ocultamiento, contención y control de las organizaciones criminales, la conclusión y resultados fue la corrupción de todo el entramado de prevención y persecución del delito.

Con el salinismo se agregó el ingrediente de mano dura, pero administrada. La corrupción creció y el poder del crimen también. Zedillo implanto una reforma al sistema de justicia pero dejo intacto todo el aparato de seguridad sin cambios, ni que decir de los estados y municipios.

Con Fox entro los científicos y tecnólogos de la seguridad y los abultados presupuestos en equipamiento pero la política siendo la misma política de contención y control. El poder del crimen se fue para arriba.

Calderón revivió la “guerra contra las drogas de Nixon”, que no era sino sacar el ejército a las calles y dejar también que se maten entre los mismos criminales y que la lista muertos y desaparecidos crezca.

Ahora con el oficialismo en manos de AMLO se saca la ocurrencia discursiva de “abrazos y no balazos” tratando de convencer a los malitos de dejar el crimen como actividad. Al mismo tiempo se aduce que la causa de todo es la pobreza y se empiezan a aumentar el gastos social en una curiosa simbiosis con fines electorales. El resultado: el crimen continua su marcha imparable.

Podrá el gobierno usar la misma táctica de “pleito ratero” que acostumbra, tratando de justificar sus errores a partir del error u omisión de los demás, pero eso será un argumento sesgado que no cambia los pobres resultados de la gestión en cualquier tema.

Tratar de ideologizar todo a partir de evidencias que no existen o son francamente falsas, conduce a bandazos que solo son causa de desconfianzas, hacerlo cuando se esta entrando en un  periodo  de grandes oportunidades para el desarrollo económico de nuestro país, es absurdo.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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