Por José Francisco Villarreal
Durante una breve temporada de reposo urgente, tuve a bien no ocuparme tanto en la monumental parodia de democracia que nos han recetado diariamente. Hurgué con mejor fortuna en la metafísica de la información tecnológica. Temas que se resisten al escrutinio sibilino del Tarot pero que no esconden la punta del rabo ensartada en la economía. Hay más honestidad en esto que en la política. No me soflamé con la marcha “a favor” del INE, ni con la calistenia popular en el Zócalo por la soberanía energética… y política. Tampoco con la esgrima entre la 4T y la Suprema Corte por el “Plan B” (con un par de ministros, al menos), que ya decía antes que no era necesariamente un “plan B”, sino la finta de un “plan C” que, como matrioska, debe contener todo un alfabeto de planes.
Confieso que sí me molestó, y me molesta, la intensa campaña de Lorenzo Córdova por hacernos creer que es un héroe de la democracia al intentar mantener a como dé lugar una estructura burocrática suntuaria, viciada y viciosa dentro del INE. Me vale de dónde saca el dinero para su “heróico” tour; me indigna que fue a pedir chiche a uno de los países más dictatoriales y menos democráticos del mundo (la OEA es sólo uno de sus tentáculos). Y justo en sincronía con la políticamente oportuna invectiva de legisladores estadounidenses, no sólo contra México, sobre todo contra el gobierno mexicano: un plan X o Y de la oposición, seguramente. En este escenario, toda marcha opositora habida y por haber, resulta un despliegue de la decimonónica comisión mexicana en Miramar, rediviva. Sería más patriótico ir de rodillas a la Basílica encamisados con pencas del nopal de la 4T. Toda injerencia de los Estados Unidos, expresa o tácita, negociada o subsidiada, nos involucra en un conflicto mundial que ha estado generando descaradamente y desde siempre. ¿Eventos casuales? ¡Mis polainas!
Me sorprende festivamente la profusión de planes alfabéticos que ya parecen la tendencia primavera-verano del guardarropa político. ¡Hasta en alfabeto cirílico debe haberlos! Fue muy antihigiénica la presidencia de la SCJN al autorizar la emisión de un comunicado digno del amarillismo de Hearts y Pulitzer. Un comunicado cabeceado tendenciosamente donde se sugiere una decisión colegiada y definitiva cuando en realidad fue individual y temporal, de un solo ministro, e incluso con dudas sobre la legitimidad de una decisión que, además, no parece cuadrar exactamente con la ley. Esto pone al Poder Judicial también en confrontación con el Poder Legislativo. ¿Dictadura judicial? ¡Ni Juárez se atrevió a tanto! Claro, la ministra Piña no es Juárez, cuantimenos Laynez, ambos únicos responsables de una decisión y de su “peculiar” difusión hacia los medios, es decir, hacia el escándalo y como forraje para los leguleyos. Lo que, sin lugar a la mínima duda, lleva el tema a la cancha política, no al debate jurídico. Pasa hasta en los más finos gallineros, no siempre quienes cacarean más fuerte pusieron el huevo… No sé si las serpientes también cacarean cuando ponen huevos, o si todas los ponen.
Sí me da ternurita el “Plan C” de don Andrés. ¿Así de simple? ¿Ni un voto a los “conservadores”? De tan obvio es increíble. O sea, ¿antes del “Plan B” sí merecían votos los “conservadores”? En la epopeya ecológica “Dune”, de Frank Herbert, la política es un arte de prestidigitadores. “Planes dentro de planes”, dice Herbert. También ahí, detrás de las intrigas y las confrontaciones, hay un motivo único: la economía, el control de los recursos. En la saga, por encima de cualquier poder político, un consorcio superior controla todo monopolizando el transporte y, por lo tanto, la comunicación. La defensa contra esa monstruosa entidad está en la base popular consciente de su poder y bajo un liderazgo inflexible. La amenaza es impecable: o yo controlo la riqueza y la comparto bajo mis condiciones, o destruyo la fuente de riqueza. Más acá de la Ciencia Ficción, en nuestro caso no se trata de destruir sino de regular el acceso a esa fuente de riqueza que alimenta a los poderes político y económico. Le comentaba a un buen amigo que la pobreza no es como se mitifica piadosamente desde la solvencia; el dinero arraiga como tlacote: quienes no lo tienen se rascan el grano y se adaptan a la molestia, pero a quienes lo tienen les duele como parto cada peso menos. La mera amenaza es suficiente para que, aterrorizada, la sedición asome sus cuernos, así es más fácil distinguir a los chamucos de los bovinos: los chamucos cornean, los bovinos sólo mugen. Vgr.: “¡El INE no se toca!”.
Yo no sé en qué vaya a parar esta bufonada preapocalíptica. Hay una diferencia sustancial entre oficialistas y opositores (no incluyo a Movimiento Ciudadano, por epiceno). Los oficialistas pretenden continuar un régimen, los opositores no ofrecen nada más que su regreso al poder, ahora como una emulsión deslactosada de partidos… o de sus retazos. No lo digo yo, lo dicen ellos. La oferta oficialista, buena o mala, es un proyecto político y social; la oferta opositora es sabotearlo. No hay proyecto opositor, hasta sus corcholatas y taparroscas, sedicientes todas, van desde lo ridículo hasta lo espeluznante (¿Es en serio lo de Lilly Téllez o lo de Cabeza de Vaca?). Cada ficha es un proyecto personal o de facciones, pero no de nación; a lo sumo testaferros de un poder superior, y no precisamente popular ni divino. Empiezo a creer que la 4T sí es una dictadura. Una muy curiosa e involuntaria, porque las dictaduras aplastan a la oposición, y nuestra oposición se apachurra sola dilapidando su libertad de expresión y la coyuntura de su presencia dentro del gobierno, esa sí, democrática.
Lo que debo reconocer a don Andrés y a su régimen, es que han sido la piedra de toque para que se exhiban en todo su esplendor la dispersión social, y la hedionda putrefacción política e institucional. No se escapan ninguna clase social y ninguno de los tres poderes en todos los niveles. Ya no digamos el INE, hasta el tradicionalmente discreto y servil Poder Judicial está demostrando la urgencia de una reforma radical y una depuración profunda. Ni el INE ni el TRIFE hacen la democracia, ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación es más suprema que los otros poderes, y ni por error lo será del Legislativo. La reinvención de México es necesaria, sobre todo hoy que se posiciona con bravucona autonomía frente a países poderosos y economías antes abrumadoras pero hoy abrumadas. Mi queja para don Andrés es que sólo abrió la Caja de Pandora, y en un rato más pinta su raya y se va a la… su rancho, y nos deja el avispero alborotado. Mi advertencia es que, frente a tantos cuernos expuestos, hay que ser cuidadosos para aplicar un piadoso descabelle político sólo a los que cornean, y no a los que mugen. Unos estorban, los otros seguirán tranquilamente rumiando en el corral, esperando seguir al próximo cencerro.