Por Félix Cortés Camarillo
Es imposible comprender la mezcla de indolencia y frialdad mostrada en Ciudad Juárez por los supuestos agentes del Instituto Nacional de Migración que mantenían prisioneros a unos setenta migrantes de Centro y Sudamérica mayormente con el propósito evidente de enviarlos de regreso a sus países terminando así con su esfuerzo de llegar a los Estados Unidos al sueño americano.
Sospechando o enterados de esa intención los braceros la noche del lunes prendieron fuego a los colchones de su centro de retención para un incendio tan intenso como rápido. 38 de ellos murieron calcinados, una docena de sobrevivientes están con graves quemaduras hospitalizados. La imágenes grabadas por una de las cámaras de seguridad son patéticas: por lo menos tres de los supuestos guardias miran el inicio del fuego y la desesperación de las víctimas sin que nadie muestra compasión alguna o intención de ayudarles a escapar de tan horrible muerte, que presencian con una sangre fría terrible.
Los guardias son probablemente agentes del Instituto Nacional de Migración o de un servicio de seguridad privada que les auxiliaba; no lo sé de cierto. De lo que sí sé es que esos irresponsables no están detenidos ni acusados de delito alguno y todo ello hace harto sospechosa la situación y su entorno. Peor aún, el secretario de Gobernación Adán Augusto López raudo y veloz declaró que la política migratoria es responsabilidad del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Casualmente los dos miembros del gabinete del cuatrote han sido reconocidos por el presidente López como integrantes de la cuarteta de aspirantes a ser seleccionados para la candidatura presidencial por esa cosa que se llama Morena y que es propiedad del presidente.
Ciertamente, el Instituto Nacional de Migración depende de la secretaría de Gobernación y no del servicio exterior. Todo indica que para beneplácito de su jefe, las patadas por debajo de la mesa entre los cuatro aspirantes están en la orden del día y que el oficio mexicano de la política abunda en recursos nada limpios, ventajosos y chapuceros. Entre ellos se ubica la consabida frase presidencial de que se investigará todo el acontecimiento, sus causas y responsabilidades, con la manida promesa de que no habrá impunidad ni encubrimiento de nadie. Lo que debe traducirse que el hilo acabará rompiéndose por lo más delgado y que la servil política hacia los migrantes que pretenden llegar a los Estados Unidos le está haciendo el trabajo sucio al gobierno del norte en una actitud inmoral e ilegal, fungiendo como patrulla fronteriza. Los migrantes son seres humanos y el primer derecho que tienen es el de la vida. Lo que se hizo con estos infelices cuyo principal delito es haber sido pobres y ser asesinados de tan fea manera es una porquería. Mejor dicho, un crimen de Estado.
PARA LA MAÑANERA, (porque no me dejan entrar sin tapabocas): la fiesta regiomontana por la instalación de la fábrica Tesla de autos eléctricos no disminuye en entusiasmo sin todo lo contrario. Se trata de ocultar a toda costa que Nuevo León no tiene agua suficiente para sus necesidades actuales mucho menos para los crecientes requerimientos que Elon Musk nos hará el favor de traer.
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