Por José Jaime Ruiz
El escritor Mario Vargas Llosa acuñó una frase polémica, la dictadura perfecta: “México es la dictadura perfecta… es la dictadura camuflada. Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible”. En su apunte frente a la postura del escritor peruano-español, Octavio Paz precisó: “Primero, lo de México no es dictadura, es un sistema hegemónico de dominación… Hemos padecido la dominación hegemónica de un partido. Esta es una distinción fundamental y esencial”.
Nuevo León es un caso sui generis en nuestro país. El PRIANato en la entidad tiene las características de una dictadura, permanencia no de un hombre, pero sí de dos partidos. Y también es un sistema hegemónico partidista, supuestamente dual (PRI y PAN) de dominación de la vida pública. Pues bien, lo excepcional en su género es que ya ni siquiera es un sistema hegemónico dominado por dos partidos sino que se reduce a los intereses políticos, económicos y financieros de dos personas, es decir, Zeferino Salgado Almaguer y Francisco Cienfuegos Martínez.
En agosto de 2021 publiqué: “¿Cómo puede Samuel Alejandro reconstruir Nuevo León sin los intereses definitivos del dueto Chefo-Paco? Habitados en el Legislativo, con los diputados obtenidos, y en el Poder Judicial, manteniendo a Raúl Gracia y a su extensión, Arturo Salinas, no habrá política de negociación.
“(…) Si Samuel Alejandro se somete a Chefo Salgado y a Paco Cienfuegos, no habrá gobernabilidad en Nuevo León. Las colas fiscales en contra de Chefo y de Paco siguen vigentes. Si Samuel Alejandro quiere estirarlas… Siguen”.
Un año después, en junio de 2022, insistí sobre el tema: “Daniel Cosío Villegas inventó una etiqueta historiográfica que se hizo común en el lenguaje político de los mexicanos: el porfiriato. Menos popular, existe el término ‘maximato’, periodo de gran influencia de Plutarco Elías Calles, ‘Jefe Máximo de la Revolución’, hasta el arribo a la presidencia por parte de Lázaro Cárdenas.
“Para Nuevo León existe una etiqueta mínima, el PRIANato, concepto que nace cuando estalla la entonces llamada ‘Santísima Trinidad’, luego de la defenestración de Fernando Larrazabal después de los videos del Casino Red donde se muestra a su hermano recibiendo dinero en el llamado ‘quesogate’. El líder del Grupo San Nicolás, Zeferino Salgado, se hizo del partido de la mano e interés ‘jurídico’ de Raúl Gracia.
“En el sexenio de Rodrigo Medina de la Cruz se formalizó el PRIANato, donde el PRI excluyente propició la salida o el alejamiento de Jaime Rodríguez Calderón, Abel Guerra, Clara Luz Flores, Héctor Gutiérrez y Felipe Enríquez, por mencionar a algunos de los destacados. Con la incorporación de Víctor Pérez, líder del Grupo Santa Catarina, el PAN celebró, como lo hizo el PRI, la ‘propiedad privada de las funciones públicas’ (una frase de Gabriel Zaid).
“La propiedad privada de las funciones públicas secuestró la política en Nuevo León. Diputaciones federales y locales, alcaldías, regidurías, puestos burocráticos, nómina, todo se negociaba. Las funciones y la vida pública se pervirtieron. Para citar de nuevo a Zaid, la corrupción no es parte del sistema, es el sistema mismo. En 2015 los ciudadanos, hartos del amasiato entre el PRI y el PAN, y condenando el sexenio corruptísimo de Rodrigo Medina, votaron masivamente en contra del PRIANato.
“El ascenso del Bronco a la gubernatura, a las primeras de cambio (el ‘cobijagate’) incumplió cualquier expectativa. Los cadillos exhibieron su vocación de caballerango. Negoció con el PRIANato su sueño de obtener la Presidencia de la República para no llegar a un juicio político después de su aventura de libro vaquero y, como no tuvo diputados ‘independientes’ en el Congreso, optó por cohabitar con el PRIANato, si y sólo si, no se exhibieran las corruptelas de cada lado: la impunidad es la hermana gemela de la corrupción.
“El PRIANato entró en crisis desde que Samuel Alejandro García Sepúlveda fue gobernador electo y se ha acentuado ahora como gobernador constitucional”.
Chefo y Paco Cienfuegos tienen secuestrada la vida pública de Nuevo León, ya es hora de que su cumpla su hora. El uso faccioso de sus decisiones retrasan el avance político del estado. Como afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador al respaldar al gobernador Samuel García: “Está resistiendo una presión que tiene que ver con chantajes, lo que eran los moches… Es un chantaje de los que siempre han dominado en Nuevo León y que siempre han sometido a los gobernadores. Entonces ojalá y recapaciten porque en ¿qué ayuda la inestabilidad política a Nuevo León? En nada, al pueblo de Nuevo León menos”.
Dictatoriales, hegemónicos, Cienfuegos y Salgado quieren perpetuarse en el poder secuestrando las instituciones públicas de Nuevo León. Tienen en el Congreso local su fuerte de batalla. Su extensión, el PRIAN, rebasa la barrera moral de lo permisible, hay tanto trabajo legislativo rezagado, el trabajo en el que debieran enfocarse, pero se enfrascan en una batalla pírrica contra el Ejecutivo. Los diputados tienen más de mil 500 pendientes legislativos, más del doble del rezago con el que empezaron esta Legislatura.
En una especie de tríada, el PRIAN extiende sus brazos políticos a auditores, defensores y fiscalías. Jorge Galván González, titular de la ASE, connivente con Paco y Chefo, tiene un historial de omisión, su ámbito de competencia no incluye la revisión de municipios ni diputados, pero sí el bombardeo de nubes: quiere encontrar en los cielos lo que en la tierra esconde.
Por su parte, el Poder Judicial a cargo del ex diputado panista, Arturo Salinas Garza, presidente del TSJ (y peón del PRIAN), hace unos días se metió por la fuerza y con policías ministeriales, con el apoyo de la Fiscalía General, tomando las instalaciones del Instituto de Defensoría Pública; esto porque, según el Congreso, ya no tiene que publicar sus decretos en el Periódico Oficial. La mancuerna de Paco y Chefo, y Arturo Salinas, idearon arrebatar el instituto al Gobierno del Estado con una supuesta orden de cateo ilegal. El tema es que ahora Salinas es juez y parte, pues quiere controlar a quien defiende a los acusados.
El juego de imponer a Luis Alberto García Alcántara como titular de la Defensoría, fue infértil desde un principio, porque para ser director general del instituto se requieren los mismos requisitos que para ser magistrado del Tribunal Superior de Justicia. Y, de acuerdo al Registro Nacional de Profesionistas, García Alcántara no cuenta con cédula profesional.
El PRIANato en Nuevo León tiene su hora cumplida. El PRI de Alejandro Alito Moreno, y el PAN de Marko Cortés, se están resquebrajando. Más aislados que nunca, Chefo y Paco se quedan solos. Por sus exclusiones y ambiciones, han dinamitado su quilla y su línea de flotación se agota, filtra el desastre. No navegan, naufragan. Directores arrogantes de la orquesta de un Titanic, un iceberg los espera.