Por Francisco Tijerina Elguezabal
Contra las quejas y críticas de muchos, resulta lógico el que los choferes de taxis, camiones y unidades de servicios públicos sean partícipes de accidentes con mayor frecuencia que el resto y no porque sean malos conductores, sino porque permanecen más tiempo expuestos al riesgo.
Esa simple y sencilla regla debería de ser entendida y seguida a pie juntillas por políticos y funcionarios públicos quienes a pesar de no tener nada qué decir, se empecinan en aparecer un día sí y otro también en los medios de comunicación, porque piensan que decir mucho es comunicar igual, cuando no es así.
¿De verdad, hay alguna necesidad que semanalmente celebren una conferencia de prensa el titular de Agua y Drenaje o la Secretaria de Salud? ¿Tienen siempre algo qué decir? Porque ambos funcionarios se la pasan respondiendo preguntas y rara vez informan de verdad sobre un tema relevante.
Exponerlos frente a los reporteros es ponerlos en peligro, a ellos y a la imagen del gobierno, porque nunca se sabe cuándo llegará la pregunta inoportuna para la que no estén preparados y venga el desliz, esos segundos de atontejamiento, de infortunio, que les marcarán para toda la vida.
Cuando vivíamos la pandemia era normal el saber el avance diario o cuando padecimos la sequía extrema, ¿pero hoy?
Si no tienes nada bueno que decir es mejor permanecer en silencio y como sentenció Tzun Tzu, hay que saber elegir las batallas, de suerte tal que no deben enviar al cadalso a los funcionarios que, además, carecen de la más mínima preparación para estructurar un mensaje coherente, fuerte, sólido y de impacto, ya que ambos se pierden irremediablemente en la paja antes de llegar a la esencia de aquello que quieren decir.
“Calladitos se miran más bonitos” y corren menos riesgos, para ellos y su trabajo, pero también para un gobierno que lo menos que necesita es abrir flancos por los que los ataquen sus opositores.