Por José Jaime Ruiz
Si es verdad que el futbol nos regresa a nuestra infancia, esa regresión puede resolverse en alegrías o frustraciones. Ser un superlíder sin corona es un fracaso. Víctor Manuel Vucetich, el técnico de Rayados de Monterrey, podría tener otro torneo de ensueño, pero la pesadilla de competir de nuevo en cuartos de final o semifinal sería recurrente.
El equipo América fue el primero que tronó la Estrategia Vucetich de echarse para atrás y así ganar, mínimamente, los partidos. En el juego contra Tigres apostó por el empate con una contención defensiva de cinco futbolistas y jugando menos con el espacio de la cancha y más con el tiempo, así le cedió a Tigres la geometría del ataque. Ante el pundonor del equipo felino, la colocación, el método rayado, no funcionó.
“En una especie de salmo –cuya dicción confidencial y patética es evidente aprendizaje de Whitman– Apollinaire separa los escritores en estudiosos del Orden y en traviesos de la Aventura y tras incluirse entre los últimos, solicita piedad para sus pecados y desaciertos”, comentó Borges en “El tamaño de mi esperanza”. César Luis Menotti, para el futbol, citaba el ensayo de su coterráneo. El equilibrio entre orden y aventura lo desarrolló el Estratega, claro, Johann Cruyff, quien evolucionó la propuesta de la Naranja Mecánica, el Futbol Total, a una suerte –desde los triángulos geométricos en la cancha de juego– de futbol dialéctico donde el resguardo del orden, la media cancha, propiciaba la aventura, es decir, la delantera, el gol.
La estrategia de Vucetich es el orden sin aventura. Equipos como el América y los Tigres, aventureros y traviesos en sus puntas –sin olvidar la colocación– dan al traste con el orden, ese orden que cancela la aventura de la libertad que es, o debe ser, el futbol. El campeonato del Manchester City en la Premier League refuerza la escuela de Cruyff con Pep Guardiola. El mismo Cruyff que dijo que el “azar es lógico”.
El gol de Sebastián Córdova en contra de Rayados remite a la frase del Estratega: “el azar es lógico”. O, como escribió Mario Benedetti –la memoria me reclama– no hay que dejar el azar al azar porque entonces sí lo planifica el enemigo. Si es verdad que el futbol nos regresa a nuestra infancia, la frustración rayada se resume en un cántico a la inversa: “¡Ahí está, yo ya lo vi, es el equipo de Vucetich!”.
Al contrario del “salmo” de Apollinaire, los aventureros no requieren piedad para sus pecados y desaciertos porque ensayar, a la manera de Montaigne, es errar. Todos recordamos el mito de Midas, aquel rey que todo lo que rozaba lo convertía en oro. No todos recordamos su encuentro con el dios Apolo:
“Con motivo de una controversia entre Pan y Apolo, en la que el primero había osado declarar que la música de su flauta agreste, la siringa, era superior a la que Apolo extraía de su lira… Midas, a pesar de la sentencia favorable al segundo de Tmolo, el dios de la montaña, tomó partido con aires de suficiencia por el flautista. Apolo, ofendido por su soberbia, hizo crecer en la cabeza del monarca unas enormes orejas de asno (Diccionario de mitología griega y romana. Rene Martin. Espasa, 2005).
Inquisición como gambeta: ¿Ganaron los Tigres de Robert Dante Siboldi o perdió Víctor Manuel Vucetich? Asumo que José Antonio Tato Noriega se inclina por lo segundo: “Monterrey tiene que mostrar otras cosas, necesitamos buscar un poco más de protagonismo, hacer daño al rival más constantemente, generar que nuestros grandes talentos tengan esa oportunidad de agredir al rival”.
El mítico rey Midas, quien convirtió todo lo que tocaba en oro, terminó portando unas muy vistosas orejas de burro.