La historia de Genji, escrita por Murasaki Shikibu hace mil años, es considerada una obra maestra de la literatura, sin embargo, el protagonista muere a mitad del relato sin que la autora dé mayores explicaciones; informó MILENIO.
Esto llevó al autor Vicente Herrasti a escribir Las muertes de Genji (Alfaguara) una novela de largo aliento que, después de ponerle el punto final, le cambió la vida.
La novela de Shikibu tiene 54 capítulos, sin embargo, entre el 42 y el 43, Genji, el príncipe resplandeciente muere. ¿Es un hueco?
“No sabemos a qué se debe, algunos dicen que probablemente la autora no quiso escribirlo por varias razones, otros dicen que es un capítulo que se perdió. El debate lleva unos mil años y yo dije: “Aquí, hay una novela”, olí la sangre igual que los tiburones.
—¿Imaginas qué pudo suceder?
Claro, empiezo a trazar una novela y se me ocurre que no solo se descubre una versión de la muerte de Genji sino tres. La obra empieza con tres personajes que llegan a la ciudad de Ámsterdam para una reunión, siendo citados por una mujer extraña que se tiñe los dientes de negro a la antigua usanza japonesa. Ellos no saben de la existencia de los otros, pero se van a conocer; la vida de cada uno ha girado alrededor de la novela de Genji, es el detonador de todo. Yo concebí este libro como una novela de novelas.
—¿Cómo llega La historia de Genji a tu vida?
En la adolescencia comencé a leer las novelas de literatura japonesa y siempre me sobrevolaba el nombre de Genji en toda esta narrativa. Hace unos años, Jorge Volpi, uno de mis grandes amigos, me regaló el primer tomo y fue cuando empezó el deslumbramiento.Uno piensa que va por el mundo pensando qué escribir y muchas veces pareciera que son las obras las que en realidad van pescándolo a uno.
—¿Murasaki Shikibu siempre estuvo ahí?
Hay libros que llegan a mi vida para no salir nunca. En el caso de estos libros que han tenido una vigencia de tanto tiempo, imagínate, son obras que a través de los tiempos han tenido algo que decir y saben amoldarse a la situación del ser humano en general. La historia de Genji no ha significado lo mismo durante tantos años; por ejemplo, hace unas décadas, 40 o 50 años, se tomó la obra de Murasaki como un estandarte del feminismo, cosa que antes probablemente no haya tenido sentido y ahora sí comienza a tenerlo. Es la vitalidad enorme que tienen este tipo de obras.
—Te adentras a un mundo fantástico, milenario, extraño.
El ambiente es especial y sin parangón, no puede compararse con absolutamente nada. Esta obra produce una sociedad muy especial, que nada en la paz, incluso la ciudad en la que está ubicada del relato es la actual Kyoto, que significa “ciudad de la paz, la tranquilidad”. Me gusta decir que Murasaki Shikibu, con su obra, llegó a mi vida como llegan las mujeres importantes: cimbrando todo.
—Tu libro es una gran novela de aventuras.
Cuando yo me planteé la posibilidad de entrarle a este monstruo me pregunté: ‘¿cómo puedo lograrlo sin que sea didáctico ni pesado?’ Entonces me propuse hacer un relato que atrajera al lector con las historias que yo quería narrar y que tendrían que atraparlo y lo fascinarían.
—¿Cuál fue el mayor reto para escribir la novela?
Me tardé tres años en escribirla y el mayor reto fue encontrar el tono de la obra, investigué mucho y había muchos datos que pudieron dar 100 novelas más. Había tantas cosas que hubiera querido meter en la novela, que jamás hubiera terminado de escribir.
—¿Qué le dirías al lector para que se embarque en el viaje?
Después de poner el punto final a la novela nunca volví a ser el mismo. Si el lector se adentra en está obra tampoco volverá a ser el mismo ni volverá a ver el pasado remoto con los mismos ojos. Hay un detalle muy curioso, mi esposa me dijo hace unas semanas: ‘En el fondo, tú te enamoraste de Murasaki Shikibu’, y tal vez tiene razón. Incluso titular la obra así y escribirla fue una manera de unir, sin querer, mi destino a Shikibu, quien escribió una obra deslumbrante y yo espero haber escrito algo digno de ella.
Imagen portada: MILENIO | Cortesía: Penguin Random House
