Por José Jaime Ruiz
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Pensadores poco recorridos y socorridos son Wilhelm Dilthey y José Ortega y Gasset, ambos teóricos del análisis de las generaciones. Javier Marías los estudió, ese gran novelista de poca monta política. Para los outsiders de este siglo, es importante oxigenar la contaminación de hoy con aires renovados.
1.- “Las condiciones que influyen en la cultura intelectual de una generación son verdaderamente innumerables e ilimitadas. Permítasenos que las agrupemos en torno a dos factores. Aparece en primer lugar, en cierto modo, el patrimonio de la cultura intelectual con que esta generación se encuentra, es la época en que comienza a formarse de un modo serio”.
2.- “Cuando la generación se está formando se apodera del patrimonio espiritual acumulado y se esfuerza en remontarse sobre él, se halla ya bajo las influencias del segundo de los factores en torno a los cuales agrupamos aquellas condiciones: el de la vida circundante, el de las relaciones que forman la sociedad, el de los estados políticos y sociales, infinitamente diversos”.
“Un espacio de tiempo, una noción métrica interna de la vida humana. Este espacio de tiempo, va desde el nacimiento hasta aquel límite de edad en que por término medio se añade un nuevo anillo al árbol de la generación, y comprende, por tanto, unos treinta años”.
3.- “Generación es además una denominación para una relación de contemporaneidad de individuos; aquellos que en cierto modo crecieron juntos, es decir, tuvieron una infancia común, una juventud común, cuyo tiempo de fuerza viril coincidió parcialmente, los designamos como la misma generación”.
La simplicidad contiene la complicidad, García Sepúlveda ganó. Perdieron Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos, esa generación avejentada. El patrimonio intelectual del PRIAN está jodido, los ciudadanos los votaron por inercia, no por sus propuestas. Samuel Alejandro debe revertir su propio deterioro. La complicidad de mantener como líderes corruptos a Zeferino y Cienfuegos, es la peor apuesta político-electoral del PRIAN, avanzar en contra de ellos es tarea electoral.
La vida circundante está, de momento, a favor de García Sepúlveda. La credibilidad de Tesla, las inversiones, el apoyo casi irrestricto de Andrés Manuel López Obrador, todo trabaja en contra de esa perfecta y miserable ilusión de algún PRIAN prolongado. Las viejas nuevas generaciones asumen el poder. ¿Acaso no lo entienden?
Ni la actual opacidad ni la rendición de cuentas construye municipalidad, se opacan ellos solos porque su representatividad no vale. Una generación que puede tomar el cielo por asalto, coterráneos y coetáneos. El cielo de la vida pública de Nuevo León. Samuel Alejandro estaba jodido. No repuntaba, pero hizo la tarea. Las generaciones son otras. No es por edad, es por envejecimiento de los otros. Educar a los hijos en política no siempre funciona, las generaciones impulsan o retroceden.
La contemporaneidad impone, generaciones abajo tienen otro impulso. Y, sin embargo, hay vástagos pródigos o inútiles. Los hijos pródigos escasean y las lentejas son cada vez más caldo y menos proteínas. No siempre descender es un lujo, eso está a revisión en nuestro estado. Esto es un problema priista que, en las negociaciones por venir, los quebrará. Los viejos asumieron su condición política, viril, los herederos son nada, ni siquiera merecen lo que sueñan. La crónica del PRIAN en Nuevo León es la derrota. Un espacio de tiempo, un espacio político. No tomaron en serio a Samuel Alejandro, se equivocaron. Despacio aprenden o en el destino o desatino pierden.
