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Por Félix Cortés Camarillo

Pasado mañana México está convocado a su última llamada para el despertar ciudadano con miras a su futuro. No me refiero solamente a las elecciones que han de celebrarse en los estados de México y Coahuila. Los ciudadanos de ambas entidades ya han decidido por quién van a emitir su voto, a pesar de las maromas que de última hora los partidos tramposos han echado al ruedo, con la esperanza de engañar a los novillos.

Precisamente estos ejercicios circenses nos han convencido de la ya añeja caducidad del sistema de partidos políticos de nuestro país. A ninguno de ellos le interesa el bienestar ciudadano o la atención a los graves problemas de violencia desatada, control territorial por parte del crimen organizado, la salud pública o la educación. Sus dirigentes andan en pos del poder para servirse de él y las siglas y escudos que tienen registrados ante la autoridad electoral son solamente membretes para firmar el recibo de los abundantes recursos que reciben de parte de los que sí pagamos impuestos.

El mensaje trasciende las elecciones de este domingo y repercuten en las del año que viene. Hay un enemigo público a vencer en las urnas: es el abstencionismo.

Antes del surgimiento del IFE, producto del esfuerzo de don Jesús Reyes Heroles y de varias voluntades políticas conjugadas, el abstencionismo fue precisamente el cómplice esencial de los chanchullos y triquiñuelas de los partidos, especialmente del que estaba en los poderes. Hoy, ante al acoso a que es sometido el INE, y la expresa intención de adjuntara sus funciones nuevamente a la Secretaría de Gobernación, los mexicanos tenemos la obligación de participar en las elecciones. Los que tengan que hacerlo este fin de semana, que así sea; los demás, en el 2024.

Hay que votar. Por quien sea, en contra de quien nos ha fallado, en favor de los perfiles personales que convenzan mejor, independientemente de las siglas que por el momento les estén patrocinando. Ya es el momento de votar por las personas y no por unas organizaciones que han dejado mucho que desear cada vez que han ocupado la silla de mando. Porque si no se hace, los marrulleros de siempre desconocerán los resultados de los comicios si les son adversos por diferencias pequeñas. Y, sobre todo, que estas gavillas de delincuentes electorales están dispuestos a llegar a la violencia tolerada por un Estado que recomienda a los malosos que se acuerden de sus mamacitas antes de cometer sus crímenes.

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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