Por Francisco Tijerina Elguezabal
Un par de accidentes menores que sufrí hace algunos años y que me obligaron a utilizar primero una silla de ruedas y después unas muletas, me hicieron entender en plenitud los retos que implica la vida en nuestro entorno para las personas con capacidades diferentes.
A pesar de tener ejemplos cercanos como el de mi admirada y querida tocayita Francisca Saavedra, lo cierto es que nunca terminas por comprender en su justa y real dimensión el problema; después una enfermedad hizo que mi hermano tuviese que desplazarse todo el tiempo en una silla de ruedas.
Todo ello ha provocado que un servidor tenga un “switch” que se enciende cada vez que me entero de la negligencia de autoridades, personas o instituciones que no son empáticas con quienes deben recibir no un trato especial, sino simple y sencillamente lo que requieren para estar a la par del resto de las personas.
Por ello celebro y aplaudo los reportajes que desde hace unos días ha transmitido Televisa Monterrey sobre la accesibilidad en el transporte, especialmente en el Metro, en donde sus funcionarios han dejado en claro que no les importan ni los adultos mayores ni las personas con capacidades diferentes.
Y es que eso de tener sin funcionar los elevadores de 18 estaciones es una completa y absoluta mentada de madre, además del titipuchal de escaleras eléctricas que siempre están detenidas. Elevados o subterráneos, hay que atravesar un madral de escalones en cada estación y eso se convierte en un viacrucis, amén de que en muchas ocasiones el exceso de pasajeros les impide abordar los trenes.
Yo lo he vivido en carne propia y no han sido pocas las veces en que en estacionamientos de supermercados o lugares públicos recrimino a quienes ocupan los cajones especiales cuando no tienen necesidad de emplearlos; yo lo conozco en las historias de mi amada tocayita y mi querido hermano.
Ojalá que la vida no les enseñe, como a mi, a Hernán Villarreal y a Abraham Vargas, el Secretario de Movilidad y el director de Metrorrey, respectivamente, la dolorosa lección de tener que vivir todos los problemas que estas personas sufren a diario gracias a su incompetencia e incapacidad.
Aquí, hoy, hago un llamado a mi amiga Martha Patricia Herrera González, Secretaria de Igualdad e Inclusión, porque la chamba también le corresponde a ella como encargada por velar por el bienestar de todos ellos, para que vaya y reparta coscorrones y se queje, fuerte y claro, ante el Gobernador, de la apatía, abulia y desdén de sus compañeros de gabinete que se andan peleando por construir nuevas líneas del Metro cuando no son capaces de mantener en óptimas condiciones unos elevadores y unas escaleras eléctricas.
Y no hablemos de la Ecovía y el transporte urbano, porque ahí estamos peor. Nuestros viejecitos y las personas con limitaciones de movilidad están jodidas en Monterrey no por los problemas del transporte, sino por la displicencia de unos “servidores públicos” que simplemente no los ven.