Por José Jaime Ruiz
El dedazo político, mediático y algorítmico de Claudio X. González a favor de Xóchitl Gálvez, ese simulacro que se pretendió un ejercicio democrático, se desenmascara con la toma de distancia, primero, de Lilly Téllez y, ahora, de Claudia Ruiz Massieu. De la noche a la mañana, el Frente Amplio se volvió estrecho y su abundancia de precandidatos deviene en escasez. La insurrección en contra del capo Claudio aumenta porque, a menos que deseen hueso plurinominal, la diáspora política crecerá.
Desde 2018, Claudio X. González se equivoca. Bajo su liderazgo, la oligarquía y sus extensiones políticas han perdido presidencia y gubernaturas, al Instituto Nacional Electoral y, su brazo judicial, la Suprema Corte de Justicia, se deslegitima aceleradamente. Como no tienen proyecto de nación, impulsan a una figura, es decir, a una botarga para crearle una narrativa “incluyente”.
A Lilly Téllez la descartaron por su derechización y, de nuevo, copiando a la 4T, propusieron a Xóchitl para que representara un cambio con continuidad. Como la verdadera ideología de los conservadores es la hipocresía, le inventaron a Gálvez un “centroizquierdismo” nacido de lo que en su momento Luis Donaldo Colosio Murrieta llamó la cultura del esfuerzo y, olvidando su clasismo oligárquico, hoy exaltan sus orígenes indígenas.
Lilly Téllez y Claudia Ruiz Massieu se rebelan en contra del dedazo de Claudio X. González y de la oligarquía. Deslegitiman, por anticipado, la farsa de una “elección democrática” y desnudan el dedazo, la línea, la cargada, no de los ciudadanos electores sino del “Gran Ungidor”, el capo Claudio X. González, a favor de la legisladora Xóchitl Gálvez.
En política, hay que descreer de un salto malthusiano, exponencial, en simpatías e intención de voto. Si Byung-Chul Han tiene razón, la “información es aditiva y acumulativa. La verdad, en cambio, es narrativa y exclusiva. Existen cúmulos de información o basura informativa. La verdad, en cambio, no forma ningún cúmulo. La verdad no es frecuente. En muchos sentidos se opone a la información. Elimina la contingencia y la ambivalencia. Elevada a la categoría de relato, proporciona sentido y orientación” (Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia).
El dedazo, la línea, la cargada de Claudio a favor de Xóchitl se diseñaron acumulativos y aditivos para, desde la simulación, trabajar sobre la percepción de que Claudia Sheinbaum ya tenía una adversaria de altura, a su nivel. Inflados a base de gases, los simulacros son globos o burbujas esencialmente contingentes, ambivalentes. Su pompa y circunstancia –información que desinforma– terminan siendo pompas de jabón. Así, el fracaso de Claudio “Xóchitl” González.