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Por Francisco Tijerina Elguezabal

El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar. // Carl Gustav Jung

Lo de Lilly Téllez y Claudia Ruiz Massieu de “bajarse” de la contienda por la candidatura para la Presidencia de la República no es más que una rabieta, una pataleta de niña chiflada que, sabedora de que no tiene la más mínima posibilidad de ganar, descalifica el proceso intentando deslindarse.

Serio, ético, de principios, hubiese sido que antes de iniciar el mitote, hubieran hecho públicas sus intenciones y no ir a pararse al evento-pasarela para darse cuenta de algo que todos, menos ellas sabían: traían demasiado poco parque para ir a la guerra.

Y es entonces cuando te percatas de que su discurso de salvar a México y encabezar un cambio no es real ni auténtico, porque el único cambio que conciben es el que puedan encabezar ellas mismas y si no es así, nanay.

Hubiese sido más digno de aplauso y reconocimiento el que simple y sencillamente hicieran mutis y si no quisieran ser partícipes de lo que vendrá después, mantener un respetuoso silencio, pero no, su intención e interés va por otro lado, porque al convocar a los medios para anunciar su salida, lo que realmente pretenden es que les busquen, que les rueguen, que les otorguen privilegios por encima del resto de los aspirantes.

México no está para chiflazones y la sociedad espera que quienes busquen encabezar la Primera Magistratura del País se comporten a la altura de las circunstancias. Una y otra están bastante creciditas para andar lloriqueando.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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