Por Obed Campos
La frase “algo huele a podrido en Dinamarca” refiere a un acontecimiento trágico en la obra Hamlet, del inmortal William Shakespeare, pero esta máxima, aplicada a la política de aquellos tiempos igual le cae como anillo al dedo a la grilla mexicana de este principio del Siglo XXI.
¿O no le parece raro, amable amiga, amigo, amigue, que de hacer el papel de Anita “La Huerfanita” ante la puerta cerrada del Palacio Nacional, al cual, como siempre, llegó en su bicicleta, Xóchitl Gálvez de la noche a la mañana estrene pre pre pre pre pre campaña y con toda la mano… Por no decir que con todo el billete.
¿Ya vio usted el video de realidad virtual y toda la parafernalia en imagen con la que dela noche a la mañana le armaron el argüende encampañado? Eso cuesta y cuesta mucha lana.
Resulta algo extraño la manera en la que la están levantando… tan prematura, estiman algunos, y le insisto: definitivamente hay algo raro en el ambiente.
Alguien está moviendo esa cuna de Xóchitl y no es precisamente por ella…
En este país del complot en que nos tocó vivir, solo hay que rogar con que al final no nos vayan a salir que detrás de Xóchitl está… ¡el impresentable Peso Pluma!
Ahora que en la acera de enfrente no curten mal las vaquetas:
Y no es por defender lo indefendible, pero que a Claudia Sheinbaum un rijoso sampetrino la rete y la llene de improperio a su salida del lujoso restaurante Cometa, en el Casco Antiguo de San Pedro Garza García, la dama se lo hubiera ahorrado, como bien anota un analista regio, si en lugar de cenar en ese caro lugar hubiera ido a la Taquería Juárez, donde al menos los borrachos no son tan mamertos como los de la ciudad que antes era llamada “Joya de la Corona” por los panistas que ahora la añoran.
Conste, no es que doña Sheinbaum no tenga derecho de comer y beber donde se le antoje y donde la cartera le alcance, (aunque en esos cargos se sabe que los presupuestos son infinitos y más allá) pero sí había de ser fiel al ejemplo de su patroncito cabecita de algodón, quien ya nos dejó muy en claro que al menos, frente a las cámaras, prefiere mil los trapiches a los restaurantes con estrellas Michelin.
Del patán sampetrino que le gritó “¡Hasta luego, destructora de México, haciendo pobres, con el cacas!” pues es eso: un patán que no ha de tener más que dinero y unos whiskies en la panza, porque antes que política doña Clau es una dama.
Oiga es que en esto de las ambiciones políticas esto no se acaba hasta que se acaba, igual que el beisbol, deporte que el tabasqueño mayor quiso imponer como nacional pero no contaba con los pamboleros.
Ya ve que ni con la exhibida por sus gustos carísimos en relojes de a millón de pesos pudieron tambalear a Adán Augusto López, el segundo tabasqueño pero primero en preferencias afectivas del inquilino de Palacio.
De ese tema explica el periodista Raymundo Riva Palacio: “hizo crisis el equipo íntimo de López bis, cuando despidió a quien había sido su brazo derecho, César Yáñez, tras chocar con Andrea Chávez, la diputada que ha recibido consideraciones extraordinarias del todavía aspirante, y con su estratega, Abraham Mendieta, por lo que no sólo fue despedido, sino que se hizo con malas formas por parte del equipo de campaña, avalado por quien era su jefe. El zipizape fue prólogo de lo que vino: las fotografías de los relojes de lujo en la muñeca de Adán Augusto y los viajes en aviones militares de la familia de Chávez, junto con videos de eventos donde sugerían una cercanía más allá de lo profesional”.
Seguiremos informando.