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Por Félix Cortés Camarillo

Si algo se le puede reconocer al presidente López es su habilidosa maniobra de poder desintegrar, si alguna vez realmente la hubo, la unidad nacional. Los mexicanos nos sentimos como tales cuando unos ratoncitos verdes –que así los bautizó acertadamente el compañero Seyde- anotan un gol o acaso ganan una medalla olímpica. De ahí a sentirnos orgullosos de una estirpe, cultura, historia y convicción hay un mar de distancia.

Lopitos se ha empeñado desde su primer día en romper cualquier simulacro de unidad nacional en el campo político, que es lo suyo. En este país, según él, no hay mexicanos; hay los partidarios de Andrés Manuel y sus opositores. Nada más. 

Eso pudiera parecer catastrófico. No lo es. Ciertamente, los mexicanos estamos en un intenso momento de definición, en el cual –irónicamente- hay demasiadas opciones. Especialmente para los que pensamos que el cuatrote no debe continuar. Por el lado del gobierno, el presidente destapó ofensivamente cuatro –o seis, da lo mismo- “corcholatas” para sucederlo en la silla presidencial. La presunta “oposición” vaga, desunida y errática, no acertó durante tres años a encontrar un líder, un emblema, un estandarte.

Más de pronto emerge Xóchitl Gálvez, una mujer –nótese, porque la favorita del presidente López es Claudia- con atributos que a mí me da mucha pena reconocer que nos parezcan excepcionales: es honesta, procede de una familia indígena y en consecuencia pobre, trepadoramente logró estudios universitarios y armó empresas que le dieron algún confort. Un ejemplo típico de lo que el presidente López critica y vitupera: los individualistas, aspiracionistas, y gente que quiere tener más de un par de zapatos en su ropero. Precisamente por eso, una gran cantidad de mexicanos vimos una luz al final del tunel.

Vi y escuché, a propósito de su fallecimiento, una entrevista con Porfirio Muñoz Ledo, mente brillante, mente brillante, mente brillante, mente brillante, en la que –entre otras muchas sabidurías- sugiere algo inédito: nos han dicho algo de la salud física del presidente López. Que si la presión arterial, los ataques de Covid u otras molestias. Lo que nunca han hecho público, y evidentemente existe, es el historial de la salud mental de Lopitos.

Aguas. No anda, evidentemente, bien de la azotea.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): ¿Sería capaz el presidente López de enumerar las pandillas que mandan en el país, que él niega sea un narcoestado?

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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