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La pertinencia perdida

Por Carlos Chavarría

Un curioso signo de nuestros tiempos es que lo pertinente ya no es relevante para nadie. En la era que se le ha dado en llamar el postmodernismo, la frivolidad se ha convertido en orgánica a las sociedades. Nunca como ahora, todo pasa y nada sucede.

Estamos en la anhelada era de las grandes posibilidades por las que tanto afano la humanidad. Al mismo tiempo el decurso de la historia nos ha conducido por el camino de la preponderancia de lo irrelevante por sobre lo vital, y nadie sabe como enfrentar la realidad de las amenazas y debilidades imperantes. Contrastemos un poco el momento actual.

En un momento en que el entorno de todo el constructo humano se encuentra acotado por un planeta en vías de agotamiento, donde no acabamos de retomar la senda del crecimiento económico, siendo este último el requisito sine qua non del concepto de bienestar que practicamos, y sin embargo todos los bancos reportan rendimientos extraordinarios, aún en sus oficinas de los países más débiles.

Un grupo de diputados de la Ciudad de México están abogando por endurecer las leyes de protección de animales para tratarlos como seres “sencientes” y por lo tanto sólo les faltaría un grado para ser tratados igual que humanos. Al mismo tiempo los muertos y desaparecidos por la violencia van en aumento.

El continente africano, la región con más pobreza del planeta, espera convertirse en el principal cliente del armamento ruso, tan es así, que Nigeria ha hecho un trato con Putin cuyo propósito es servir como centro regional de mantenimiento armamentístico de los rusos.

Los EEUU en voz de la NASA han lanzado al mundo la noticia de que siempre si hay OVNI´s, bueno ahora se llamaran FANI´s y esperan durante el mes de agosto próximo, publicar un reporte científico acucioso sobre el tema, para terminar de una vez con todas con la milenaria incógnita de si estamos solos o no en el universo. Al mismo tiempo sigue la bonanza del sector económico de las armas.

Recién se perdieron por encima de 7 millones de vidas en el mundo por causa del COVID, en tanto las jóvenes generaciones están más interesados en Barbie y BTS.

La Directora de la DEA de los Estados Unidos (con mucho el más grande consumidor de drogas en el mundo) declara con tono admonitorio hacia México, que sólo el CJNG dispone de 45,000 elementos para su negocio mundial de drogas y nuestro país le pide pruebas de tal cosa, cuando en Tijuana ya se reportan muertes por Fentanilo, por cierto la droga que México no produce.

China se propone quitar a los Estados Unidos y Occidente en general de su liderazgo económico actual, y su estrategia es armarse hasta los dientes moviendo el balance a su favor, para lograrlo espera que los norteamericanos le sigan comprando su producción.

La política ya instrumentó todo un aparato para mantener la conciencia publica en el terreno de la superficialidad y que anule toda introspección y cualquier viso de pensamiento crítico, convirtiendo a la mayoría de la humanidad en seres embelesados en simbolismos pasajeros que no forman visión trascendente alguna.

Todas las leyes y valores ahora se someten a la Ley de Parkinson de la Trivialidad. La poca cualificación de la gente para la complejidad con la que tratamos, nos lleva a debates y discusiones interminables, haciendo que el ruido generado por un cambio necesario, sea inversamente proporcional a la complejidad del mismo.

Hannah Arendt hablaba de la banalidad del mal a propósito del juicio a Adolf Eichmann. Sin ánimo de ironía debía hablarse también de banalidad del bien para describir el mundo que vivimos, pues los polos morales e intelectuales han perdido su sentido.

Como en el juego de policías y ladrones, los roles se han hecho intercambiables. Todo depende de quién establece las reglas y de las circunstancias, que como todo el mundo sabe, son cambiantes por definición. Ahora el populismo y el nacionalismo han modificado a su conveniencia el sistema de valores: no es extraño, por ello, que haya calado la especie de que la supuesta voluntad popular está por encima de cualquier regla.

El consenso colectivo actual está dominado por una frivolización consumista que subvierte la percepción de la realidad, a lo que debe agregarse la internacionalización predominante de la economía, que ha generado la proclividad a la «cultura Coca-Cola» que vivimos.

«Creo firmemente que la estupidez es una prerrogativa indiscriminada de todos y de cualquier grupo humano, y que tal prerrogativa está uniformemente distribuida según una proporción constante».

Carlo M. Cipolla

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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