Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El poder debe definirse por la posibilidad de abusar de él”
André Malraux
Y de la nada, así como por arte de magia, como quien se despierta en la mañana y piensa “hoy amanecí con ganas de convertirme en candidata a la Presidencia de la República”, de repente la senadora Indira Kempis sorprendió al mundo anunciando en “El País”, de España, su deseo por ser la candidata de Movimiento Ciudadano a la Presidencia en las próximas elecciones.
¿Algún antecedente, atisbo, indicio, mención? ¡Ninguno! De la nada le aparecieron unas irrefrenables ganas por servir a México desde el más alto cargo político al que se pueda aspirar.
¿Tiene capacidad, ha impulsado iniciativas de gran alcance, es conocida en todo México? ¡Tampoco! Pero eso al parecer no le apura ni inquieta.
Y tras sembrar la bomba en el diario hispano se sentó a esperar que muchos medios en México le buscasen para preguntarle: “Oiga, ¿qué mosca le picó?”
Y fue entonces que se soltó con su choro mareador de la emancipación del patriarcado, de la posibilidad de las mujeres, de justicia para los pueblos, de repetir su perorata tantas veces escuchada en un discurso en el que su voz emula el tono e intención de los viejos políticos, esos de los que tanto se queja.
Indira es la hija de la coyuntura que ha escalado posiciones gracias a estar en el lugar correcto, en el momento adecuado, para servirle a alguien.
Habría que reconocerle que con los años ha aprendido a ser como los delanteros “cazagoles” del futbol, esos que se la pasan todo el tiempo pegados al área grande del equipo rival, cuidando no quedar en fuera de lugar y simplemente a la espera de un balón que les permita anotar; no bajan, no defienden, no construyen, no ayudan, no apoyan, simplemente están a la espera de que la Divina Providencia les envíe un balón a modo para anotar un gol.
Y así, exactamente así, es como hoy de manera oportunista aprovecha la coyuntura para, de la nada, saltar a la palestra anunciando su intención de convertirse en candidata.
Kempis observó la situación y al darse cuenta de que existe la seria posibilidad de que la elección constitucional se desarrolle entre una mayoría de mujeres, no dudó en autopromoverse y apuntarse pensando en que existe la posibilidad de que en un momento dado a Dante Delgado no le quede otra opción que designar a una de ellas como candidata, por lo que siguió la conseja popular de “quien pega primero, pega dos veces” y con ello ya se subió a ese ring.
Pero además, al montarse en esa fiesta, Indira asegura un boleto que le permitirá obtener algún beneficio, porque sabe que la candidatura en realidad es difícil de conseguir, pero al negársela por cualquier vía tendrá el camino libre para montar su show de siempre, gritar “foul”, decirse “discriminada por el simple hecho de ser mujer”, patalear y hacer rabieta buscando conseguir “algo”, algo que se traduce en algún beneficio económico o de futuro con un cargo o nominación en alguna candidatura.
Sin talento, capacidad, trabajo, resultados, la senadora es una especialista en buscar coyunturas y oportunidades para colarse, para como la humedad, penetrar primero un poco y después irse hasta el fondo. Cuestión de revisar su historia, de ver sus logros y resultados, de analizar su pasado, para darse cuenta de que está haciendo una vez más, lo mismo de siempre.