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Por Félix Cortés Camarillo

La picaresca mexicana se refiere al último año de cada ejercicio del poder público como al “año de Hidalgo”. La definición la aclara fácilmente el descifrable criptograma “CNGSMDRLQDJLG”, que por sí solo se explica. La última parte yo la entendí como “el que deje algo”.

Otra fuente me dice que un alcalde mexicano dio precisa instrucción a sus colaboradores el último día de funciones: “llévense todo lo que tengan en los escritorios, porque los que vienen son muy ratas”.

Es comprensible: el principio de No Reelección sonó muy bonito para mandar a Porfirio Díaz al cementerio del Père Lachaisse, pero en su vientre llevaba el virus de la corrupción: si no me puedo quedar, me llevo lo que puedo. Por eso los sexenios se caracterizan en su inicio por un torrente de obras anunciadas y al final por una represa de construcciones portentosas que nunca operaron o que, si lo hicieron, fue para el ridículo.

A los mexicanos no nos cabe duda que la próxima presidente de México encontrará ese repetido panorama. Con varios agravantes.

La promesa del presidente López ha sido desde el inicio de su poder que no subiría los impuestos y no endeudaría al país. También hizo entre otras promesas que el precio de los combustibles bajaría y que el sistema de salud sería mejor que el de Dinamarca, pero –como dice Sancho Panza es mejor no menearle. 

Simultáneamente, el ejercicio del presidente López se ha caracterizado por obras faraónicas encargadas a las fuerzas armadas, que no rinden cuentas, y por programas de asistencia social, que en todo el mundo se llama regalo de dinero, para fomentar simpatías, que hoy Lopitos presume en todas las encuestas del mundo mundial que le favorezcan. 

Dicho lo cual, la presidente próxima de México, sea quien sea, va a tener un problemón: pagar entre muchas otras deudas lo que se quede a deber del Tren Maya, el Transísmico, Dos Bocas, lo que sigue debiendo crecientemente Pemex, además de otros pagarés que ya aparecerán. Pero también, seguir pagando las pensiones del Bienestar que se incrementarán en fuerte porcentaje a partir del 1 de enero. Todo ello sin incrementar los ingresos por la vía fiscal.

A los mexicanos de la edad provecta no les va a hacer ninguna gracia cuando la presidente del país les diga “¿con qué ojos, divina tuerta?” para explicar que las pensiones se reducen o se eliminan. Y entonces sí, como cantábamos con Agustín Lara, vamos a ver lo que es canela fina y armar la tremolina.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): De las muchas porquerías que –a cambio de una transición de terciopelo en Palacio Nacional –adquirió Lopitos, está el escándalo Odebrecht y la cárcel para Emilio Lozoya Austin. Es un secreto a voces que los millones de dólares sucios que recibió Lozoya no fueron solamente para su enriquecimiento sino para la campaña de Peña Nieto. Por el pacto AMLO-EPN no irá Lozoya a la cárcel. Una serie de maromas y triquiñuelas del gobierno lo ha mantenido en su casa. Ahí seguirá, se los apuesto.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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