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Por Félix Cortés Camarillo

Anoche tuve el privilegio de participar en uno de los eventos culturales más importantes de mi estado, la Feria Internacional del Libro de Monterrey. Por una semana, el magnífico recinto de Cintermex, en los terrenos de lo que fue la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, se convirtió en el templo de un rito y un culto que debiéramos celebrar y honrar con mayor frecuencia e intensidad: el culto a la palabra y a su esencial vehículo, el libro.

Es necesario decir que la Feria del Libro regiomontana en importancia debe ser la segunda en el país después de la emblemática de Guadalajara; debe reconocerse que en estos breves días ha estado ampliamente concurrida y que hay mucha gente que se lleva al salir al menos un libro. Del género y presentación que sea, el tamaño y formato que les guste: un libro es un libro.

Me tocó presentar ayer el libro “Todos somos el Asesino”, de Aldo Fasci Zuazua. Sin duda alguna, mi amigo Aldo conoce del tema: ha vivido en su cercanía demasiados años. El título es lo que los amantes del cine llaman un spoiler, y los del teatro consideramos “vender trama”. La columna vertebral de este trabajo parte de su convicción que trata de documentarla ampliamente, de que los delitos tienen siempre dinero detrás de ellos; tal vez la excepción sea aquellos crímenes –generalmente violentos- que son provocados por la ira repentina o la incapacidad de los seres humanos de contener sus emociones alteradas. Lo que en los periódicos llamamos crimen pasional.

El resto de los delitos, incluido fundamentalmente el homicidio, tienen detrás de sí lo que Fasci llama la economía del delito. Estamos hablando de una estructura sólida y concatenada de mecanismos que mueven enormes cantidades de dinero y que involucran tráfico de drogas, armas, personas, influencias, complicidades y productos. Pero, además, una economía criminal de la que finalmente formamos parte casi todos los ciudadanos, aunque nos demos baños de pureza o inocencia.

Cuando, ciudadanos probos, compramos una pieza para el auto, digamos un espejo que “se nos perdió”, a sabiendas o bajo la sospecha de que ese espejo “se le perdió” a otro, es decir que es robado, estamos formando parte de la economía del delito. Lo mismo si compramos “para nuestra defensa” una pistola de procedencia incierta, si en algún momento del pasado lejano o reciente nos fumamos un churro de mariguana sólo para “saber qué se siente”, damos una mordida para evitar una infracción de tránsito o nos estacionamos en un espacio supuestamente reservado para los discapacitados, estamos de alguna manera, por comisión u omisión, constituyéndonos en eslabones de una cadena criminal. 

En ese sentido, todos somos asesinos.

Claro, podemos argüir, los que matan son los otros.

Probablemente en esa excusa resida el secreto que fortalece a la economía criminal. Como dijo el célebre alcalde nayarita: sí robé, pero nomás poquito.

El libro de Fasci, escrito de manera amena pero documentada, va más allá de repartir culpas. Establece una cierta mecánica de la delincuencia organizada o no, que involucra leyes conocidas de física y química aplicadas a la conducta humana delincuente. Ofrece también análisis de las diferentes respuestas que Fox, Calderón, Peña Nieto o López han aportado, cada uno a su manera, para desequilibrar, combatir, negociar con o apapachar a los delincuentes: de amplias libertades, fuerza o acuerdos a los abrazos, no balazos. 

¿En dónde está la bolita?

Se trata de un libro único, novedoso y serio, que debiera ser leído por todos los que nos interesamos porque cada día haya menos muertos, y cada noche puedan salir nuestras hijas –o nosotros mismos- a la calle sin miedo. 

O sea, por todos.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Si dentro de ocho meses los mexicanos que acudan a las urnas van a votar por la permanencia de un régimen de hipocresía, falsedad, demagogia y falso populismo, los habitantes de la Ciudad de México serán los peores damnificados: su gobernador será el Médico Asesino, el doctor Hugo López-Gatell, el responsable de más de medio millón de muertos por la pandemia del Covid 19 por la aplicación de sus irresponsables políticas con el respaldo del presidente López. Se trata del mejor alumno del presidente Lopitos, pero con doctorado, en hipocresía, otros datos, falsedad y caradura. Ay se ven.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Staff

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Autor: lostubos
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