Por Félix Corté Camarillo
El emperador Adriano de Roma le dio nombre a la región, Palestina, en el año 135 después de Cristo. Los judíos la reclaman con anterioridad como Eretz Yisra’el (tierra de Israel). Dice el buen libro que Moisés bajando del Monte Horeb les dijo que debían salir de Egipto y marchar a “una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel”. Esa era su tierra prometida; que así se lo había confiado Diosito en personalidad de Jehová.
Durante toda su historia, hasta el siglo XX en que surgieron casi en paralelo el estado de Israel y la autoridad palestina, esa tierra ha sido dominada por diversos imperios ineficaces –notoriamente el otomano y el inglés- que dejaron un batidillo ahí cuyas consecuencias está pagando nuestro mundo y nuestro tiempo. Todo ello mientras árabes e israelíes se disputaban la propiedad de manera muy impropia.
Se había tardado, en esta era de conflictos e irritabilidades internacionales, en volver el Medio Oriente a ser el Oriente Medio que nos tocó conocer. El Oriente Medio donde se gestan o se realizan los atentados terroristas y en donde con mayor frecuencia se violan los derechos humanitarios. El grupo terrorista Hamas, una de las dos tendencias extremistas de los palestinos –el otro es Alqueda- lanzó la madrugada del sábado una ofensiva sorpresa en el sur de Israel desde la franja de Gaza, donde viven dos millones de palestinos.
Sorprendido el estado de Israel, con una pifia monumental de la Mossad que presume ser el aparato de inteligencia más eficaz del mundo entero, reaccionó con ira y decretó el estado de guerra y convocó a sus reservas. Hasta el momento, los palestinos cuentan más de mil quinientas muertes por la respuesta de Israel; los judíos hablan de más de novecientos muertos de su lado, hombres, mujeres, niños, y dos mil heridos.
La cerca que circunda la franja de Gaza tiene enfrente centenares de tanques con la bandera de la estrella de David esperando sólo la voz de ataque para echar a los palestinos al mar. Mientras tanto, los bombardeos sobre la ciudad de Gaza siguen; los drones en contra de Israel bombardean. Nadie respeta escuelas u hospitales.
El mundo entero condena el ataque terrorista de Hamas.
El hecho es que no se trata de una guerra formal entre un estado –el palestino- en contra del estado de Israel. Es una facción reconocida como terrorista en contra de un estado establecido.
Un estado que también estrangula la franja de Gaza. Israel ha suspendido el suministro de energía eléctrica, alimentos y agua a la región. Una violación también a los derechos humanitarios que la ONU ha tenido que rechazar.
El gobierno de México ha adoptado su postura comodina de ser imparcial cuando no puede apoyar abiertamente al lado de su simpatía como en el caso de Rusia-Ucrania, las violaciones a los derechos humanos en Cuba o Nicaragua, la dictadura en Venzuela: ahí sí vale la no intervención y la abstención; en el caso de la franja de Gaza se ha cuidado muy bien de no condenar la agresión terrorista que desató este episodio. Occidente, del lado de Israel, se lo va a cobrar. Convendría que el gobierno de México adquiriese una rosa de los vientos. Podría así medio orientarse en lo que pasa en el Oriente Medio.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Resulta reconfortante escuchar al director general de Pemex. La empresa número uno del estado mexicano no está ahogada en deudas como él mismo reconoció en documento oficial pidiéndole auxilio a Hacienda. Pemex va, como el país, requetebién. Es el credo de Lopitos: cuando la realidad contradiga al discurso, borra la realidad.
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