Por Francisco Villarreal
Me contaba un buen amigo, maestro y abogado, nativo del sur de Nuevo León, que allá en su tierra no eran raras las enemistades feroces entre familias, tampoco los enfrentamientos con resultados fatales. En broma, pero con una tristeza mal disimulada, contaba que muchos ni siquiera sabían cómo inició esa enemistad. Es posible que con el tiempo se hayan acumulado incidentes y provocaciones desde ambos bandos, lo que haría imposible detener el conflicto. Le pregunté si alguno había logrado detenerse, me contestó que sí, cuando una de las familias fue exterminada, o diezmada al grado de verse obligada a emigrar. Esto me recuerda a la película mexicana “Los hermanos del Hierro”, una de mis favoritas; si mi memoria no me traiciona como acostumbra, está basada en un guion de Ricardo Garibay y luego concretado en su novela “Par de reyes”. Me lamento hoy de no haber comprado la novela. Estuve a punto, pero como don Ricardo me caía mal, desistí. Trato de no leer a escritores que me caen mal, así sean genios laureados (vgr., Marcel Proust me cae mal). ¿Y por qué sí vi la película? Pues además de que no sabía que Garibay era el guionista, una película siempre es una coautoría masiva, esos letreritos que evitamos leer al principio o al final de la proyección.
Según las investigaciones de Garibay y la memoria de mi amigo, si las hostilidades atávicas son comunes al norte de Tamaulipas y al sur de Nuevo León, quiero suponer que esa tradición trágica incluye a todo nuestro árido noreste mexicano. ¡Sabrá Dios! Pero por lo pronto, el encontronazo entre el gobierno estatal y la fracción prianista del Congreso, parece honrar este atavismo belicoso e irracional. ¿Quién inició las hostilidades? No importa. Ya el triunfo electoral del emecista era motivo suficiente para erizar las púas de todos los partidos en NL. La tendencia del joven Samuel a hegemonizar la influencia municipal y legislativa de MC, también abona al pleito. Con un diálogo político que parece mesa de póker, la inquina sólo puede aumentar y eventualmente desbordarse. Pero las elecciones del 2024 llevan esta vendetta local a otro nivel. Al “PRIAN” le importaba más desmantelar el intento del gobernador García por buscar la candidatura presidencial. La razón es obvia: Samuel podrá arrebatar algunos votos a la coalición morenista, pero acarreará simpatías de los “anti-AMLO” más sensatos, que vieron con claridad el dislate que fue la “elección” de Xóchitl Gálvez como “coordinadora” frentista, y ven, seguramente con pena ajena, la “campaña” y los dichos desafortunados de la señora. La derecha pastoreada por don X se constituyó en una suerte de colcha de retazos que ni luce, ni cubre, ni arropa. La derecha real, la coherente, necesita una plataforma política menos teatralmente radical y menos estúpida, y MC está disponible.
La solicitud del gobernador para irse a buscar suerte para el 2024, fue una coyuntura pésimamente aprovechada por esa curiosa hermandad legislativa prianista. El nombramiento del magistrado Arturo Salinas como gobernador interino fue un mal chiste. Al aclamarlo a gritos como “¡Gobernador, gobernador!” ofendieron a los electores. Ese fue un grito de júbilo con sabor a golpe de estado. Los ciudadanos no votaron por un gobernador panista, y Arturo Salinas fue y sigue siendo un panista. Si ya como panista debería ser inelegible para cualquier magistratura, también lo es para un interinato en un gobierno completamente ajeno a los intereses de su partido. No sé que digan las leyes al respecto, pero el ministro Laynez anula el interinato de Salinas y regresa al Congreso del Estado la facultad para designar al gobernador interino. Tampoco sé qué estratagema legal usará ahora el gobierno estatal contra el Congreso. Pero esto no debe ser una oportunidad para que una hermandad partidista facciosa tome el poder, así sea temporalmente. Por puro sentido común, por decencia, por coherencia con la voluntad de los electores, el Congreso debería designar a cualquiera que garantice la marcha del proyecto administrativo que ha iniciado Samuel García, incluso corregirlo si es necesario, pero no desvirtuarlo. Si les cae gordo Javier Navarro, pues búsquense otro, pero con los mismos objetivos del gobierno estatal no de los intereses de esa logia prianista que, seamos francos, ya no son ideológicos ni sociales sino facciosos. Si quieren espulgarle los prietitos al arroz del gobierno estatal, pues no es necesario imponer un caballo de Troya, después de todo el Congreso es por definición funcional el censor del poder ejecutivo. Pero creo que ¡les vale!, y un asunto tan delicado como lo es la marcha de una administración pública, lo convirtieron en una monserga electorera, bastante chafa, además.
Ya vimos a Samuel, su esposa y su bebé, celebrando su inscripción para buscar la candidatura. En lo personal, me conmovió el registro de la también emecista Indira Kempis, descalza y cargando a un perrito. Sí se veía un poco desvalida, pero la verdad no entendí el mensaje, ni yo ni mis cuatro perros. Hubo más gajos en esta cítrica exhibición emecista. Pero sea que se elija a Samuel o a Indira, o a quien se les pegue la dantesca gana, será el modelo Nuevo León no el de Jalisco, la clave para el impulso de MC en la campaña presidencial, y por añadidura en todas. De ser Samuel Alejandro el candidato emecista, un interinato secuestrado por los vengativos hermanos del yerro, frentistas por añadidura, no será un cadillo para MC, ¡será un cilicio! Cada propuesta, cada frase, cada sonrisa del candidato en campaña, serían rápidamente exhibidas y desvirtuadas desde un interinato que, ya de entrada intentó colocarse como trinchera de las desastrosas campañas del Frente Amplio por México… o como pretenda llamarse hoy cuando su amplitud se estrecha con las angosturas de intereses, disidencias y discrepancias internas.
Yerra la “novedosa” hermandad legislativa estatal al suponer que al imponer un interinato obviamente golpista responden al deseo del pueblo de Nuevo León. Los electores no votaron por sus partidos para ese cargo. En lugar de ser usufructuarios de retruécanos legales, deberían responder ante la ley superior de toda democracia, que es la voluntad del pueblo. Suponiendo sin conceder que se necesite un golpe de timón en la administración estatal, o cambios estratégicos, o replanteamiento de objetivos, o lo que se les ocurra, que así sea, pero no desde la oposición sino desde la misma administración. Un interinato ajeno a intereses partidistas facciosos podrá perfectamente convencer, conciliar, coordinar un proyecto de gobierno que, bien o mal, ya está en marcha, pero ninguna manera debe desmantelar ese proyecto ni utilizarlo como reducto estratégico de las campañas electorales. Si el PRIAN quiere gobernar a Nuevo León, que empiece a gastar suela en las calles, no saliva en curules y medios, ni bilis en sus conciliábulos facciosos, ni aliento en triunfalismos gritones en el Congreso. Ya tendrán oportunidad de que los electores les demuestren si confían en esa curiosa alianza.