Itamar Vieira Junior (Brasil, 1979) es geógrafo, doctor en estudios étnicos y africanos y uno de los autores más importantes de su país, el Ronaldinho de la literatura, podríamos decir; publica MILENIO.
Su primera novela Torcido arado (Textofilia) conmocionó a su país, vendió más de 800 mil copias y ha sido traducida a varios idiomas. Sin embargo, por increíble que parezca, él nunca pensó en vivir de las letras.
Torcido arado recibió el premio LeYa en 2018, el Jabuti a mejor novela en 2020 y el Océanos 2020 a mejor novela en lengua portuguesa.
El escritor habla de su país, de literatura y de la fama, algo que parece no importarle demasiado.
¿Qué trabajo tenías en el campo?
Yo comencé en el servicio público de mi país, trabajaba con la educación y hasta la regularización de la tierra, y se me ocurrió escribir sobre el campo después de vivir y conocer tantas historias. Pero yo escribo desde muy niño, la literatura es un campo de interés para mí y nunca imaginé que pudiera vivir charlando de los libros y escribiendo nuevas historias.
¿Por qué elegiste lo rural?
Brasil es un país cada vez más urbano, cada vez más ciudad, y mi trabajo me lanzó a un lugar donde hay mucha vida, donde la historia brasileña, de la colonización y de la esclavitud, está muy presente, es muy viva. Escribí la novela, pero no imaginaba que las personas iban a tener interés por algo de este tipo.
¿Cómo ves a la literatura brasileña de hoy?
Ahora tiene una proyección muy interesante en el país, diría que muy grande. Hay muchos autores que antes no tenían publicaciones y ahora llegan con sus libros con un conocimiento distinto sobre Brasil. Pienso que hay un cambio en la sociedad brasileña en los últimos años, con políticas públicas que permiten el ingreso a la universidad de cierta población que antes no tenía acceso y esto ha intervenido no solo en la literatura sino en la música, en el cine. Hay cambios importantes en la sociedad brasileña.
¿Te consideras la superestrella brasileña de la literatura?
Es algo que hace muchos años no pasaba en Brasil (risas). Es mi primera novela y los lectores la abrazaron como algo de nuestro tiempo, que habla de una parte de la historia de nuestro país y vendió más de 800 mil ejemplares, algo que para la literatura de ficción es un número muy, muy, grande y eso me proyectó como un autor conocido y me han traducido en muchas partes del mundo.
“Pero ser una superestrella es algo que para mí no tiene importancia. A mí me gusta escribir y charlar con la gente, con los lectores, solo es un dato (risas).
¿Este libro te cambió la vida?
Claro, puso mi vida de cabeza (risas), y creo que Brasil tiene mucho que decir, es un país como México, muy grande, y hay mucha historia guardada, escondida, que necesita ser contada.
El arranque de Torcido arado es potente y violento, con la historia de dos hermanas, Bibiana y Belonísia, que se enfrentan a una tragedia que les cambiará la vida, enmarcada en el Brasil rural.
¿Cuál es el secreto de la novela?
Los personajes son cautivantes, conquistan a los lectores y permiten que ellos se reflejen sobre los problemas de la historia brasileña. Pero conecta con México, Colombia, Argentina, la historia de la colonización, de la esclavitud, es una historia latinoamericana.
¿Escribes con cierta violencia?
Es una historia de gran violencia, pero también una historia de la fundación de un continente, de una tierra. La fundación de los pueblos indígenas, con la diáspora de África, con la colonización europea y en el futuro pensaremos la historia de América como la historia de las grandes civilizaciones, como los griegos, los egipcios, los romanos.
La segunda novela de Itamar Vieira Junior es Salvar o fogo, también tiene un libro de cuentos que se llama Doramar (La odisea) y lanzará muy pronto en español su nueva novela, sobre una mujer a la que se le considera bruja en una tierra dominada por la iglesia católica, un poco la historia del mestizaje en Brasil.
Sus relatos han sido traducidos y publicados en revistas literarias de Francia y Estados Unidos.
Clave
El jurado del Premio LeYa reconoció Torcido arado por “la solidez de la construcción, el equilibrio de la narrativa y la forma como aborda el universo rural de Brasil, poniendo énfasis en las figuras femeninas, en su libertad y en la violencia ejercida sobre el cuerpo, en un contexto dominado por la sociedad patriarcal”.
Imagen portada: Especial | MILENIO