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Pensiones, creación de derechos y finanzas públicas

Por Carlos Chavarría

Para estas alturas de la historia de México, de los ciclos de auge y crisis que hemos atestiguado, y de haber aquilatado los errores económicos que se cometieron durante el Siglo XX, ya deberíamos haber entendido que no existe nada gratis, ni gobierno que genere riqueza, como para que de nueva cuenta el oficialismo de ahora, tan o más irresponsable que el del viejo PRI, pretendan hablar de más derechos que significaran mayor gasto y que lo tendrá que pagar la misma sociedad a la que se trata de beneficiar.

De aquel discurso electorero que hablaba 500,000 millones de pesos que significaba la corrupción cada año y que al eliminarlos, el remanente iba a bastar y hasta sobrar para fondear toda la oferta de campaña, oferta que consistía en derechos sociales para personas de la tercera edad, jóvenes, madres solteras, etc., así como un fastuoso programa de obras, encabezado por  el Tren Maya, la refinería de 2 Bocas, el AIFA, etc., el resultado real que ha quedado como residuo es un gasto social que se hará impagable, infraestructura sin repago de corto plazo y si generadora de más gasto, y un enorme incremento de la deuda pública.

Ahora el presidente pretende crear nuevos derechos sin el debido sustento económico. El más pesado será el modificar el sistema de ahorro para el retiro que se reserva mediante aportaciones individuales, así como de participación patronal, para tratar de revivir el anterior para garantizar (nuevo derecho) el 90% del último salario percibido. Para hacerlo tendrá que modificar la Constitución y volver a que el gobierno se haga cargo de las actuales cuentas de ahorro para el retiro como reserva actuarial de arranque para el sistema que se propondrá.

Cuando el 19 de enero de 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho creó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), todo funcionó de maravilla, excepto que el propio gobierno destruyó las reservas actuariales al hacer que el gasto de seguridad social fuera función de los salarios y al mismo tiempo se ató la política salarial a los objetivos inflacionarios, conclusión paradójica, las finanzas del IMSS se agotaron al cumplir su misión, porque la salud de los afiliados mejoró, los años de vida se extendieron también, pero sus reservas se agotaron. Ahora las pensiones son un renglón más del gasto público que consume grosso modo el 12% del presupuesto de la federación.

El problema de las pensiones lo tienen todos los países, pues los sistemas contributivos dependerán, además de las debilidades antes expuestas, de una pirámide de edades que se va haciendo cada vez mas angosta en su base cuando los países se convierten  en naciones envejecidas.

Algunos han tratado de financiar de forma que los ingresos de la seguridad social no dependan solo de los salarios sino que se determine una fracción del IVA exclusivamente para fines de seguridad social y pensiones, pero también tiene el inconveniente de que dependerán de  los ciclos económicos de cada nación.

Si a todo lo antes mencionado, agregamos que este gobierno ha creado más derechos que fuentes de ingreso para financiarlos,  lo que se está construyendo es una crisis de las finanzas públicas que más temprano que tarde estallará.

Mientras la economía no crezca, en tanto el gobierno se lleve el 28.1% del PIB de México [https://www.oecd.org/tax/revenue-statistics-2522770x.htm], y recaude solo un 16.9% del PIB contra 34% de la media mundial [https://www.imf.org/es/News/Articles/2023/10/31/pr23370-mexico-imf-executive-board-concludes-2023-article-iv-consultation],  suena poco prudente comprometer más las finanzas nacionales de lo que ya están por su abultada deuda, el futuro económico será gris, habida cuenta de que ya se agotaron “los veneros que el diablo le heredo a los mexicanos”, precisamente en derechos y excesos por arriba de los posibilidades reales de lo que producimos.

Todas las evidencias nos hacen pensar en que de nuevo se perderá el sexenio en la solución de falsos dilemas entre política, economía y sociedad. A pesar de la experiencia continuamos con la terquedad de valorar intenciones y no resultados como guía para descartar lo que ya sabemos que no funciona.

La mejor manera de construir un futuro mejor para todos empieza, aunque suene a verdad de Perogrullo, por elevar la calidad de la educación, después y sin ser pecado humanista como algunos pretender hacer creer, buscar una mayor eficiencia en el gasto y que sea esta la que rija la localización y ejercicio del mismo, y finalmente si se desea realmente cerrar la puerta a la corrupción, aunque sea molesto, profundizar la desregulación y la  política de datos abiertos.

Ya empezaron otra vez las precampañas electorales y la codicia por el poder impulsara el discurso tapizado de todas las buenas intenciones imaginables, para toda crítica se construirá un razonamiento de descargo, la amnesia y los sofismas aparecerán como mágica solución dialéctica para convencer de que ahora sí se podrá lograr lo que los “otros” no pudieron o quisieron, pero no olvidemos que a los gobiernos se les debe juzgar por sus resultados y no por sus intenciones.

Perogrullo: «Para hacer caldo de liebre, primero habrá que tener la liebre.»

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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