Por Félix Cortés Camarillo
El diagnóstico de los males de la salud pública, para ser ejercido a cabalidad, requiere se someta a un minucioso análisis de coincidencias y disidencias entre fenómenos y situaciones que ocasionalmente encuentran puntos de contacto. Esa necropsia anticipada, que es lo que tratamos de hacer los escribidores con pretensiones de analistas y principalmente moralistas de la sociedad, no puede dejar inadvertido el hilo que une casos recientes y lejanos de lo que antes llamábamos la nota roja. Hoy yo diría que es la de “sociales”.
¿Qué tienen en común el crimen de la Narvarte de hace ocho años y pico, y la desaparición y reencuentro de nueve muchachas colombianas en Tabasco hace unos días? Y ¿estos dos sucesos, con el “rescate” por parte de la autoridad en Quintana Roo, de 25 mujeres sometidas a tráfico de personas?
Aparentemente nada: en 1915 y en un departamento de las calles de Luz Saviñón tres pelafustanes entraron, sometieron a golpes a tres mujeres jóvenes y a una señora que ocasionalmente hacía la limpieza del lugar, a un fotógrafo y a otro varón: a los cinco les dieron muerte a bala nueve milímetros. En Tabasco, la semana pasada, una de las compañeras de las nueve desaparecidas denunció su ausencia, pues al igual que ellas la denunciante había sido contratada en Colombia para venir a México a acompañar a unos señores en una fiesta no especificada. En Quintana Roo, donde se ubica Cancún y circunstancia de droga y delito, las 25 mujeres ejercían –voluntariamente a huevo– la prostitución bajo amenaza; hay, como en todos los casos, el agravante de la presencia de drogas en el entorno. Anteayer fueron “liberadas” por la autoridad. Yo no sé si querían.
No se me escapa que los tres botones de muestra son solamente eso: basta con escarbar en cualquier hemeroteca para encontrar casos regionales, estatales o municipales de la misma estirpe. Lo que se nos ha estado eludiendo es el hecho de que estamos ante una nueva área de operaciones del crimen organizado, que le es particularmente grata. El tráfico de carne humana.
En los tres casos encontramos que las víctimas son mayormente mujeres jóvenes y guapas procedentes de países que el vulgo identifica, gracias a los medios, como cuna de las mujeres más bellas del mundo. Venezuela, Cuba, Colombia.
Personalmente me consta que mujeres bellas hay en todo el mundo; el asunto es encontrarlas.
Para ello, los traficantes no han tenido que ir muy lejos: las jóvenes que reclutan son, además de atractivas por su juventud y oros factores, prófugas de una sociedad que les ha privado de satisfactores de todo tipo, especialmente esos a los que uno está más inclinado a exigir cuando está joven, los materiales. Por eso, las chicas venezolanas, cubanas, colombianas y –ojo– mexicanas, se enrolan fácilmente de manera voluntaria, a veces con entusiasmo, o por seducción de todo tipo, a un oficio que sus patrocinadores, y ellas mismas, denominan ahora “escorts”. Antes les decían, elegantemente, sexoservidoras.
Yo, que soy de la vieja escuela, les llamo prostitutas, rameras, meretrices, hetairas, furcias, golfas o simplemente putas.
No se me tome a mal: Me queda claro que la sabiduría popular mexicana dice que cada quien puede hacer de su trasero un papalote; presupongo que eso aplica a cualquier otra parte de nuestro cuerpo. Pero también quiero dejar claro que ejercer un oficio tan antiguo no puede ser castigado con la muerte, ni con otra pena corporal. Cristianos: acuérdense de la historia de Magdalena, la primera piedra y esas cosas. Gobierno mexicano: no le saques, échate ese trompo a la uña. Desde luego que es mejor un abrazo a la espalda que un balazo a la frente.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El cierre de precampaña de Claudia Scheinbaum será el 18 de enero en el monumento a la Revolución. En el monumento a la Revolución, Luis Donaldo Colosio dijo el discurso que se asume como el rompimiento del candidato con quien lo había designado. Yo no creo que pase ninguna de las dos cosas imaginables el 18 de febrero.
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