Por José Francisco Villarreal
En mi no tan fugaz paso por los medios de comunicación, muchas veces escuché historias tenebrosas, más cercanas al chisme que al testimonio, pero no pasaron la criba de la mesa de redacción. Un poco de ética, sí teníamos. No hacíamos un periodismo perfecto, pero intentábamos ser objetivos y socialmente útiles. En lo personal, siempre consideré que el periodismo debía ser una especie de vocero autorizado para establecer un diálogo eficiente de los ciudadanos con sus gobernantes, e incluso con los “poderes fácticos”. Entendí que las empresas mediáticas tienen sus propios intereses, muy válidos para su desarrollo y a veces para su supervivencia. Entendí, no compartí, que cedieran ante esos intereses, pero advertí que la desmesura, la avidez, la avaricia y el narcisismo, estaban creando una relación simbiótica con grupos que, desde la ideología cada vez más inconsistente de los partidos o desde el poder económico, no representaban a toda la sociedad mexicana y estaban lejos de ser una mayoría, y por lo tanto, no representaban a México. La prensa como “Cuarto Poder”, perdía potencia al divorciarse de la verdadera fuente del poder en una democracia. Y eso no ha sido un trastorno pasajero que se cura con pastillitas azules, ha sido una verdadera castración. No sólo la publicidad oficial puede condicionar la información en un medio de comunicación. Hasta la publicidad de toallitas húmedas para limpiarse los mocos puede exigir al medio a usarlas para “limpiar” sus pautas.
En aquellos tiempos de mis “pinitos” en el periodismo, no tenía muchas referencias académicas. Sólo era un técnico mecánico electricista que escribía más o menos bien. La forma y la jerarquización para medios de comunicación la aprendí por mi cuenta, y por cuenta de muchos compañeros de oficio, del periodístico. Muchos me enseñaron cómo hacer las cosas bien; y no pocos me demostraron cómo no se debe hacer periodismo. Como prófugo de la academia, tuve también que aprender a diferenciar, a crear un fiel que en la balanza equilibrara los hechos a secas, con el valor de estos para la gente. Difícil, pero no imposible. “La Nota” no lo es si no tiene utilidad social, así, en colectivo. Una erupción en Islandia, o una sequía en Cataluña, o una explosión en Kenia, pueden ser interesantes, impresionantes, conmovedores, pero no son notas, son sólo datos inútiles. El periodismo “global” indiscriminado nos distrae de lo que nos concierne, llena pautas, es más como una cartelera de espectáculos. La globalización es un engaño, o mejor dicho, una verdad a medias. La “globalización” no es producto de la fraternidad universal sino de una táctica para crear dependencias económicas internacionales, autopistas por donde se desplacen con comodidad los grandes capitales. Un proceso en el que la identidad nacional debe neutralizarse, reinventarse sólo como atractivo turístico, campeonatos de todo tipo, y tema de memes chistosos. Saber que Argentina ganó la FIFA World Cup Qatar 2022 no cambió mi vida… ni la de los argentinos.
Hoy distanciado del periodismo “formal” y de los medios, veo cómo se nos dejó venir el apocalipsis mediático, y sin decir “¡agua va!”. Ni siquiera nos atropellan los míticos cuatro jinetes, es toda una manada de reses frenéticas. Si antes ya lo había notado, en estos días se ha manifestado más esa estampida destructiva.
La inseguridad, tema en verdad pendiente en la 4T, fue selectivamente sazonada con información parcial por medios, partidos y comentócratas para golpear al régimen. No fue crítica, fue otra escaramuza. Pero el colmo fue la presunta implicación de don Andrés con el crimen organizado. Una coordinación mal disimulada de al menos tres publicaciones que involucran a un periodista gringo multipremiado y a una periodista mexicana autoexiliada. Todo con el factor común de la DEA (Drug Enforcement Administration), una agencia estadounidense que en 50 años no ha tenido ningún avance en el control del flujo de drogas dentro de EEUU, pero sí ha intervenido y desestabilizado gobiernos en países latinoamericanos… como si el crimen organizado sólo existiera al sur del río Bravo. Es obvio que a la DEA no le interesa acabar con el narcotráfico sino controlarlo para preparar y “justificar” la intervención en otros países; es decir: es una agencia política. Supongo que los gringos no esperaban que esta vez sí hubiera respuesta directa y oficial del presidente aludido. No contra los periodistas, cuyo “nado sincronizado” es notorio, sino contra el gobierno estadounidense. Esta vez el presidente mexicano no se agachó ni se fue de lado, como sí lo hicieron los anteriores. Anabel Hernández dice que ella sí tiene pruebas. Sólo por patriotismo debería mostrarlas…, pero ella vende libros. Lo mismo esperaría de Sanjuana Martínez, que se lanzó no contra Jesús Ramírez o Claudia sino contra la 4T, de lo contrario estaríamos frente a algo sospechosamente parecido a una extorsión.
Periodistas y medios nacionales siguen rumiando una investigación de la DEA contra don Andrés que fue cerrada hace años por insostenible. Siguen masticando bagazos de un intento más de la DEA por revivir viejas glorias, cuando podían intervenir e interferir abiertamente en nuestros asuntos. La DEA, no olvidemos, tiene mucha experiencia en establecer contacto con el crimen organizado. Con informantes como “La Barbie”, no veo cómo les fue imposible demostrar los nexos entre don Andrés y el narco… a menos que no los hubiera. Aun así, nuestro mal periodismo empoderado y concertado, afila machetes contra un gobierno para desestabilizar unas elecciones, no para exponer corrupción. No son capaces de lanzar toda su artillería contra la corrupción porque directa o lateralmente han sido parte de ella. Escupirían “pa’ arriba”. Pero se han distanciado mucho de la gran masa ciudadana; y se han integrado tanto a los grupos de poder político y económico que creen que son parte de ellos, cuando son simples instrumentos desechables. No ven el peligro de hacer eco de un claro intento de intervención extranjera, sólo les importa resucitar un régimen que les asegure privilegios. Si hasta ahora han sido capaces de mentir cínicamente y eludir una disculpa cuando sus mentiras han sido expuestas, hoy, con esa clara complicidad con “masiosare”, de veras que han echado toda la carne al asador: su carne, su prestigio, su trayectoria, su credibilidad.
La 4T no ha cumplido con todas las expectativas de la gente. Se entiende. Estamos hablando de décadas de depredación y devastación. Yo no me creo la monserga de PRI, PAN y PRD sobre un pasado feliz. Mienten. La pobreza en México apenas si empieza disminuir, y el desempleo, y la inseguridad, y la falta de medicamentos, y la anemia de los programas sociales, y muchos etcéteras… Nos habían puesto de cara al mundo como un país subdesarrollado y corrupto. Y eso no inició en el 2018, se generó durante décadas. Pero uno de los temas más importantes de este régimen es que, si bien no ha logrado procesar a todos los responsables de la corrupción, sí ha podido exhibir a muchos, o más bien, provocarlos para que se exhiban a sí mismos. Así es la lucha por la supervivencia de un periodismo colérico contra el régimen.
Empresas mediáticas serían exhibidas no con argumentos, sino con hechos. Un apocalipsis que, por ser tan obvio, no creyó necesario escribir Juan de Patmos. El voto de los ciudadanos en este 2024 elegirá al menos dos poderes del Estado. Pero particularmente en el Poder Ejecutivo, no votarán sólo por Bertha X., Claudia o Jorge, votarán también a favor o contra los medios y los periodistas, porque son los que más han hecho campaña a favor o en contra de cada candidato. Las encuestas nunca serán definitivas hasta el momento de la elección, pero ya prefiguran un apocalipsis del periodismo tradicional. No sólo se elige presidente de la república, el ciudadano también está eligiendo interlocutores con el gobierno que resulte. No lo entendieron en el 2018, a ver si ahora sí se dan por enterados. La bendición que necesita el periodismo no viene de “arriba”, ni de Dios ni de sus patrones, socios o cómplices; viene de abajo, de la gente. Aquellos que sean repudiados por el voto popular, sean cardiacos, “fosfos” o morenistas, espero que entiendan el mensaje y se replieguen al trono amargo de la vergüenza… si es que la tienen.