Por José Jaime Ruiz
Nada más patético que un inmoral desmoralizado. Desde su senectud intelectual Enrique Krauze, desanimado, pretende animar a Claudio X./óchitl con una parábola imposible. El director de Letras Libres y tinterillo de la derecha escribe en Reforma: “En la carrera presidencial viene a cuento la parábola que escuché del filósofo polaco Leszek Kolakowski sobre el poder disuasivo, descorazonador, paralizante de las ideologías autoritarias: ‘Dos niñas compiten a las carreras en un parque. La que va retrasada grita desaforadamente: ‘¡Voy ganando, voy ganando!’. La que lleva la delantera escucha esos alaridos, abandona la pista, se arroja en brazos de su madre y le dice entre sollozos: ‘No puedo con ella, siempre me gana’”.
Krauze entrampa a sus lectores porque no cita las palabras recientes de Xóchitl: “La campaña va bien, traigo a la candidata contra la pared”. Exacto: la que va retrasada grita desaforadamente que va ganando. Lo reconoce Krauze porque no sugiere que Claudia Sheinbaum esté rezagada, acepta su superioridad en las encuestas y, sin embargo, para él hay algo claro: Xóchitl Gálvez va tras ella a ritmo acelerado. La desmoralizada esperanza de Enrique lo hace susurrar: “candidata que alcanza gana”. Un ritmo acelerado no significa, necesariamente, avance. Acelerar rítmicamente en una bicicleta elíptica es estancarse y, se sabe desde el poeta Blake, del agua estancada espera veneno.
Para Krauze su candidata es franca, propositiva y valiente. Al escribir sobre “la exactitud”, Italo Calvino, señaló: “tengo la impresión de que el lenguaje se usa siempre de manera aproximativa, casual, negligente, y eso me causa un disgusto intolerable”. La negligencia lingüística de Enrique engaña.
Desde una torpe obviedad, Enrique Krauze le hace segunda a Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda y desde su descorazonada expectativa señala que el arroz se cuece hasta que se cuece; no, pos sí: “Si el ciudadano opositor responde con fe a la fe de su candidata, se correrá la voz y podría ganar. En todo caso, la carrera será más competida. Y si la carrera es competida, gana México, ganamos todos, incluso la candidata puntera…”. El deseo secreto de Enrique es aquel donde la competencia reviente el Plan C.
Para el inmoral desmoralizado van de gane cuando la carrera empiece a ser competida, una esperanza absurda, según todas las encuestas serias. Kolakowski –un intelectual global e histórico, no como Krauze, quien más que provinciano es aldeano–, contaba una anécdota. La encontré en un libro de Alain Finkielkraut: “Un día, en un tranvía de Varsovia, Leszek Kolakowski oyó la orden siguiente: ‘¡Avancen hacia atrás, por favor!’. Algún tiempo después, en 1978 exactamente, propuso convertir esta orden en «la divisa de una potencia Internacional que no existirá nunca»”.
Desmoralizados por un candidata estancada y que escupe veneno, los intelectuales al servicio de Claudio X./óchitl piden regresarle el país a quienes lo saquearon, argentinizar México, abrir la puerta del gallinero a los coyotes… y suplican: ¡Avancen hacia atrás, por favor! ¡Avancen hacia atrás, por favor!