Por José Jaime Ruiz
Ricardo Salinas Pliego encarna, como nadie, el estertor del antiguo régimen: la riqueza malhabida, el extremismo de derecha, la delincuencia de cuello blanco a partir de la evasión fiscal, el influyentismo, la compra de jueces, la sediciosa comunicación mediática manipuladora, el patrocinio de la guerra sucia, la extorsión al Estado mexicano. A diferencia de otros potentados (los Garza Sada, los Larrea, los Slim…), Salinas Pliego se rebajó en un personaje cómico (el Tío Richie) para lidiar política y mediáticamente con la 4T. Perdió.
Ricardo Salinas Pliego encarna, como nadie, el desprecio de la oligarquía por los ciudadanos, por el pueblo. El descrédito de quien da “crédito”: vil es el cobro de Banco Azteca contra nuestros paisanos y sus remesas; abyectos los intereses de Elektra; alevosos los aumentos tarifarios, sin consultar al consumidor, de Totalplay. Salinas Pliego no es un empresario, es un usurero (ya cantaba Ezra Pound que la usura es una plaga). Salinas Pliego le debe a los ciudadanos más de 63 mil millones de pesos… que el wey los pague.
Ricardo Salinas Pliego encarna, como nadie, el viejo régimen de potestades, privilegios, prerrogativas. Su riqueza no viene de abolengo sino de agandalle (Raúl Salinas de Gortari); su blanqueada delincuencia, de darle maiz a los pollos pelones de la Suprema Corte de Justicia (Luis María Aguilar); sedicioso, la toma por asalto del Canal 40 y la manipulación informativa del Chupacabras, el Covid y los libros de texto desde TV Azteca; cómplice de Atlas Network y sus millones de robots con los hashtags de “narcopresidente” y “narcocandidata”; su extremismo de derecha para desestabilizar las elecciones pasa de apoyar a Eduardo Verástegui hasta a la española Cayetana Álvarez.
Ricardo Salinas Pliego encarna, como nadie, la decadencia del antiguo régimen y sus estertores. Para que la transición mexicana se cumpla en un nuevo régimen democrático, con desarrollo económico y justicia social, es necesario profundizar en la revolución de las conciencias, llevar a cabo el Plan C, como ya lo propone en sus videos Claudia Sheibaum.
(En la fase del gobierno provisional, Lenin acotó: “En época de revolución, el control es una ilusión. No se puede controlar si no se tiene el poder. Controlar por medio de resoluciones, etcétera, es una perfecta tontería. El control es un vestigio de ilusiones pequeñoburguesas; es el barullo.”)
La tarea en las próximas semanas: desmoralizar, desesperanzar a los adversarios de la 4T; imponer la voluntad de la revolución de las conciencias y el determinismo, es decir, propagar que Claudio X./óchitl ya perdió, difundir lo irreversible de su derrota y propiciar su divisionismo interno. Mientras “el control” sea barullo, vestigio de ilusiones pequeñoburguesas, trabajar incansablemente por el Plan C, convencer de la urgente democratización del Poder Judicial. No sólo el cambio de gobierno con continuidad: la toma del poder.
Ricardo Salinas Pliego encarna, como nadie, el desprecio de la oligarquía por los ciudadanos, por el pueblo. Salinas Pliego le debe a los ciudadanos más de 63 mil millones de pesos… que el wey los pague.