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Por Carlos Chavarría

A bien pocos seres humanos nos gusta debatir y rebatir, preferimos el criticismo improductivo, es por eso que solo un puñado de mujeres y hombres han podido marcar la diferencia a lo largo de los siglos en todos los campos de la acción y el pensamiento. Los mexicanos no somos la excepción.

El poderoso que  huye del debate y la crítica lo hace para mantenerse en su zona de confort y negar toda posibilidad de mejora y perfeccionamiento, como medio para esconder su incapacidad para ver más lejos hacia el futuro. Se condena a vivir en la mentira y privilegiar la represión de las ideas en contra de la verdadera convivencia.

Con esto como premisa, que difícil para dos mujeres mexicanas tan preparadas, estar tan cerca de realizar una muy anhelada aspiración de todas las mujeres de nuestro país, la de tener la oportunidad de demostrar que pueden ser tanto o más capaces que cualquier hombre para representarnos ante el mundo, así como hacerse cargo  de las cosas públicas con esa sensibilidad que solo las mujeres poseen, y al mismo tener prohibido debatir.

 Dos excelentes representantes de un México que busca crearse un distinto y nuevo futuro y que mejor ejemplo se da con Xóchitl y Claudia, pero están cercadas por las fuerzas que no quieren que nuestro país resuelva sus problemas más añejos.

La casta de los empresarios que sostienen la tesis de que todo siga igual, protegidos y pululando alrededor del poder público para maximizar sus ventajas, y la de las familias políticas descendientes de aquellas mismas familias revolucionarias que no quieren soltar sus históricos privilegios y posiciones caciquiles heredadas por generaciones.

En tanto una sociedad ansiosa por salir adelante y cambiar el estado de las cosas en cada región del país, se frustra porque todo conspira contra el progreso general, en tanto todas las instituciones públicas, incluyendo a la burocracia, sindicatos, universidades, ONG, se encasillan en sus ínsulas de poder o defensivas para que todo siga igual.

Las dos candidatas no pueden mostrarse con libertad so pena de convertirse en víctimas de sus propios promotores, que han diseñado un esquema de confrontación con el hígado más que con el cerebro, y que no se han percatado que el mundo va en una progresión acelerada de cambios en los que México se quedara fuera y siempre atrás.

Todo lo que el estado mexicano ha hecho desde que salió el “PRI de Los Pinos” ha sido un “quítate tú para ponerme yo” y hasta lo que va de las campañas pinta para más de lo mismo, una contienda de egos que lo único que deja en evidencia es la pobreza de los políticos y lideres mexicanos que ahora son el peor rostro que el país requiere. Imposible creer que ambas candidatas puedan compartir lo que les obligan a decir sus jefes de circunstancia.

Para sumarle al descontrol político que se vive, resulta imposible no traer a la memoria aquel encabezado de prensa que se atribuye a López Portillo para controlar la lengua y maniobras traicioneras de su predecesor Luis Echeverría. “…¿Tú también Luis?”, que  terminó enviándolo  de embajador a las Islas Fiyi.

Nada más veamos el ejemplo de la recién entronizada Ministra Batres al querer evitar toda deliberación dentro del sistema constitucional para suplirlo por lo que llama democracia participativa o por aclamación, todo por quedar bien con AMLO. Como será el futuro con estos personajes serviles guiando al país?.

“Es muy cómodo achacar todos nuestros problemas a los medios de comunicación y a las mentiras conservadoras. Sin duda, los líderes conservadores mienten a menudo y usan un lenguaje orwelliano para distorsionar la verdad y, sin duda, los medios de comunicación se sienten cómodos repitiendo los marcos conservadores. Pero es poco lo que podemos hacer directamente al respecto. Sólo podemos controlar directamente cómo comunicamos nosotros. No basta con corregir una mentira con la verdad, sino que es necesario enmarcar las cosas con nuestra visión moral para que la verdad se entienda, y es necesario que este nuevo marco vuelva a delimitar el debate político”.  George Lakoff

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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