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Sierra Madre: ¿prohibido pasar?

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Tiempo antes de la pandemia estuve con Jorge Carrión en la cantina La Nacional de Avenida Madero, entre Bohemias, chicharrón de rib-eye y un grupo de fara-fara donde entonamos canciones norteñas, dialogamos sobre crónica y periodismo. Jordi me dijo que había que intentar la crónica de los ricos, de la desigualdad desde arriba, no sólo la narrativa de los desposeídos, de los olvidados.

Desde que nos conocimos, Jorge ya era uno de los mayores seriéfilos, su libro Teleshakespearse. Las series en serio, un clásico. Su edición de Mejor que ficción. Crónicas ejemplares, libro de cabecera para cualquier periodista contemporáneo: “Porque una crónica (un documental) debe ser mejor que la realidad. Su orden o su aparente caos, su estructura, su técnica, sus citas, la presencia del autor tienen que comunicar el sosiego que la realidad no sabe transmitir (…) La justicia hacia el otro sólo es posible si se es justo también con el espacio en que el otro se inscribe”.

Pocos entienden Monterrey, menos San Pedro, esta idiosincrasia peculiar. Si el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas sino es ojo porque te ve, hay una mirada miope sobre la ciudad desde los actores foráneos que no “representan” la región ni entonan el “norteño”. Es mucho más regia la canción “Noreste caliente” de A Band of Bitches que “El corrido de Monterrey” que exalta no a los regios de la ciudad o del Barrio Beato o del Barrio Antiguo sino a los inmigrantes de San Luis Potosí y su barrio “San Luisito”.

Quien quiera ver un paralelo entre Succesion, Billions y Sierra Madre: prohibido pasar, se equivocará rotundamente. La dualidad entre Bobby Axe Axelrod (Damian Lewis) y Chuck Rhodes (Paul Giamatti) es antológica, como también lo es ese centro de gravedad llamado Wendy Rhoades (Maggie Siff). En Sierra Madre las actuaciones y los acentos son impostados; los eventos, revoltijo norteño: la tragedia del Casino Royale, la sucesión en Alfa, los Zetas en San Pedro, el declive del periódico El Norte, una iglesia mormona en el municipio… Cuando los chilangos tratan de parecer sampetrinos, el ridículo los acecha, igual pasó con esa boutade llamada Cindy La Regia.

En su vista a la ciudad, escribió Elena Garro: “Luego nos fuimos a otra dimensión. Volamos a Monterrey. Ahí llegas al extranjero. Me hicieron fiestas. Fue donde más me homenajearon (…) No son ni

norteamericanos ni mexicanos. Son como romanos. Parecen, al menos a mí me lo parecieron, patricios y patricias romanos. Poderosos, elegantísimos, personas que no se ven en el resto del mundo. Es un estilo muy distinto al del Distrito Federal o al de la

provincia”.

Para documentar la alta sociedad de Monterrey hay que remitirse a otras realidades, a otras ficciones, como Nostro Grupo de Irma Salinas Rocha (se encuentra en Scribd) o Monterrey News de Hugo Valdés Manríquez. La historia de los ricos de Monterrey sigue sin escribirse. Tampoco hay un personaje entrañable en Sierra Madre, de actuación inteligente y antipáticamente perfecta, como el Roman Roy (Kieran Culkin) de Succesion. Quienes interpretan a Mauricio Fernández Garza, Doña Márgara Garza Sada o Alejandro Junco de la Vega (El Norte), alcanzan su grado de trémulo aburrimiento.

La sucesión en Alfa no tiene la tensión dramática y pervertida de Waystar Royco, el conglomerado empresarial de Succesion. La lucha entre primos sampetrinos (Mauricio Fernández Garza, Dionisio Garza Medina y Armando Garza Sada) no aparece dramáticamente en la serie.  Presentar a Doña Márgara como un personaje frívolo es desconocer su polifacética vida. Alejandro Junco no es en la serie, hasta el episodio 3, el desquiciado editor que ha tratado de gobernar a Nuevo León durante décadas (aunque su decadencia es bien representada en el suplemento de sociales “Chipinque”). En fin, cuando se quiera hacer de un pretendido paraíso, infierno, hay que tener mejores argumentos. “Sierra Madre: prohibido pasar”, una serie de HBO absolutamente prescindible, salvo para el morbo nativo sampetrino: muy su tiempo quien quiera perder el tiempo.

(José Jaime Ruiz: Escritor y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre El mensaje de los cuervos. Fue jurado y tutor del Sistema Nacional de Creadores de la Secretaría de Cultura en la especialidad de “Poesía”. Colabora en el periódico Milenio y dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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