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La crisis de los 60 años: Psicoterapeuta explica cómo enfrentar la jubilación sin miedo

Por Alejandra Sigala

La juventud no es la única etapa de crisis existenciales. Aunque poco se habla de ello, en la tercera edad también hay dudas; miedos; incertidumbre, y una pregunta central: ¿Cómo quiero vivir los últimos años?

Emiliano Villavicencio Trejo, maestro en psicoterapia, señaló que la vejez— la cual parte en los 60 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)— forma parte de los tres momentos de crisis más importantes en la vida de una persona, junto a la adolescencia y la mediana edad.

A diferencia de estas dos, donde se cuestiona la identidad y los planes a futuro, quienes llegan a la última etapa de la vida reflexionan de sus vivencias y logros del pasado con preguntas como: ¿Es lo que quería hacer? o ¿Cómo quiero vivir los años que me quedan de vida?

“Nos lleva a identificar o construir cómo queremos vivir los últimos años de nuestra vida o cómo vivimos el tema de nuestra propia muerte”, explicó el especialista a MILENIO.

La pregunta central de la crisis de la tercera edad, o de jubilación, suele ser: ¿Qué he hecho con mi vida? (Imagen: Cuartoscuro / MILENIO)

¿Por qué los adultos mayores entran en crisis?

Envejecer en una sociedad donde se prioriza la juventud es complicado.

No suficiente con las enfermedades y el desgaste físico, las y los adultos mayores también presentan afectaciones emocionales que se agravan por los estereotipos a la también llamada “época dorada”: el abandono, la incapacidad para hacer actividades que antes disfrutaba, la muerte de los amigos, dejar de ser productivo, entre otros más.

O como Villavicencio lo explicó, envejecimiento se percibe como “una etapa donde los cambios que se presentan son más pérdidas que ganancias”. No obstante, en esta época hay una perspectiva de vida más tranquila que en la juventud; los matrimonios pueden reforzarse; incrementa la capacidad intelectual; hay más tiempo para descubrir nuevos hobbies o reforzar aquellos rezagados de la juventud, etcétera.

Sin embargo, los imaginarios sociales de la productividad y utilidad de una persona han hecho que el proceso de jubilación se convierta en un detonante de crisis.

“Hay una carga social muy importante en el tema del trabajo (…) La atribución social al tema del empleo es muy grande, tanto que conforma una parte de la propia identidad personal. Dada esta carga social, entonces imagínate qué ocurre con la persona cuando deja de producir”.

Para quienes pueden acceder a ella, la jubilación suele ser el símbolo de la transición hacia la vejez por presentarse como un cierre de la trayectoria laboral. Sin embargo, este proceso puede generar ansiedad, depresión u otros trastornos por los cambios que conlleva al estilo de vida y hasta en la percepción de uno o una misma.

“Si se cree que que una parte considerable de la vida transcurre en el trabajo, en torno al cual se organiza cada día, es evidente que dejar de trabajar implica mucho más que el cese de la actividad productiva”, señalan Mónica Meza y Elvia Marveya en su artículo La crisis de jubilación como una oportunidad educativa. “En una sociedad que pondera tanto la actividad productiva, dejar de trabajar es algo que se busca evitar a como dé lugar”.

“Las ideas o los mensajes son tipo: ‘Ya no produzco’, ‘Ya no tengo la capacidad’, ‘Me tienen que cuidar’, ‘A partir de ahora me van a mantener’, etcétera. Entonces esta circunstancia es el campo fértil para depresiones, ansiedades o angustia”, aunó Villavicencio en plática con MILENIO.

Son diversas las razones por las que personas de la tercera edad aún son económicamente activas, pero no se puede ignorar que uno de estos motivos sea por la falta de ingresos.

El último reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) arrojó que el 44.6% de las personas mayores con trabajo perciben un ingreso insuficiente para vivir; mientras que el 63.5% de quienes buscaron y no encuentran empleo están en pobreza extrema.

“No toda la gente que llega a los 70 años tiene una vida económica suficientemente solvente para dejar de trabajar. Ello los obliga a seguir trabajando y generar ingresos”, puntualizó el también docente de la Universidad La Salle.

Otra de las causas que Villavicencio ha identificado desde la trinchera psicológica es para evitar la soledad; razón que se agrava al considerar que el 16% de esta población en México sufre de abandono.

“Se mantienen en el campo productivo para no llegar a casa y encerrarse (…) Es como una escapada o huida de la soledad y la muerte que, seguramente, le espera en su hogar”.

¿Cómo evitar la crisis de jubilación?

Se recomienda que las personas de la tercera edad depositen su sentido de vida en aspectos como la familia, los hobbies o las amistades. (Imagen: Cuartoscuro / MILENIO)

Al igual que en la adolescencia y en la mediana edad, el acompañamiento será crucial en esta etapa de la vida.

Desde el hogar, la familia es clave para que la o el jubilado no deposite toda su identidad en la productividad laboral. Así, la recomendación es que hijas, hijos, nietos o quienes conformen sus círculos de apoyo los acompañen— aunque sea desde el silencio— mientras resignifican su sentido de vida. 

¿Pero cómo lograr esto último? Con un plan de vida: “Mucha gente se jubila y al preguntarles ‘¿Y ahora qué vas a hacer?’, responden ‘No sé’. Eso es lo peor que puede hacer un jubilado. Debe haber un plan de vida”, aseveró Villavicencio.

— ¿Y cómo tiene que ser o en qué se debe basar un plan de vida?

— Aquel que dé sentido o donde encuentre sentido a los últimos años de su vida.

Ya sea cultivar un huerto, viajar, practicar alguna danza, ver televisión o leer un buen libro, mientras la persona encuentre significado e identidad, poco importará la actividad. Incluso si ésta fuera continuar en la vida laboral:

“Es importante saber desde dónde se toma esa decisión (de seguir trabajando). Si se toma para darle sentido a esta última etapa de mi vida, está bien. Pero si se decide como una especie de fuga a la soledad de la vejez, ahí sí hay un problema”, atajó.

“El sentido de vida se puede encontrar en cualquier lugar. El sentido de vida nosotros se lo damos a la actividad; está dentro de la persona, no de las actividades. (…) Pero debe ser algo planeado y no algo como ‘No tengo nada qué hacer y ni modo. Voy a pasármela viendo televisión’”.

Imagen portada: Cuartoscuro

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Staff

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