Por Francisco Tijerina.
“Al hombre perverso se le conoce en un sólo día;
para conocer al hombre justo hace falta más tiempo”
Sófocles
Los transportistas del área metropolitana de Monterrey son los villanos de esta historia.
Porque a pesar de lo que digan, realizaron un paro loco del servicio por dos horas (¡y vaya a qué horas!) con las peores agravantes que el ser humano pueda utilizar: premeditación, alevosía y ventaja.
No les importó el enorme daño que causarían a sus pares de la industria, el comercio, los servicios; pensaron en ellos y para ellos, como una forma de presionar al Gobierno para que les incrementen las tarifas. No pensaron en los niños que iban a la escuela, en las madres de familia que debían llevarlos a una guardería antes de entrar a trabajar, en los estudiantes.
Su burda acción los dibuja de una pieza: son voraces y no les importa su clientela.
Mienten cuando aseguran que fue una “medida de austeridad” pues ya no pueden sostener circulando por tantas horas sus unidades. Si así hubiese sido era mil veces más lógico pensar en escalonar bajo una programación inteligente el paro de algunos camiones en función de la demanda y la hora pico.
Pretendían desquiciar la ciudad y vaya que lo consiguieron.
Es cierto que no les han aumentado las tarifas en años, pero también es cierto que con todo y lo anterior son las más caras de todo el país.
Si no han alcanzado su objetivo, antes de perjudicar a la ciudad entera deberían cuestionarse su capacidad de diálogo y negociación, su pobre argumentación y su incapacidad para alcanzar acuerdos, porque eso tiene forzosamente que darse entre dos partes y quienes han demostrado su intolerancia y mantenido su negativa a buscar otras opciones, han sido precisamente ellos.
Todavía hasta el domingo tenían a su favor el beneficio de la duda por parte de la ciudadanía, pero hoy todo está claro: los que no quieren arreglarse, los que están entercados en hacer su capricho son ellos.
Y siguen mintiendo cuando dicen que no es negocio, porque si no lo fuese hace mucho que se hubiesen retirado, pero ahí siguen y quieren más, con los precios más caros de México y el peor servicio que pueda darse a sufridos ciudadanos que, obligados por las circunstancias, no tienen otra opción de transporte.
Esta vez se excedieron y si insisten en tomar el mismo camino el pueblo se les puede echar encima, porque está visto que no midieron los alcances de una torpe decisión que de golpe les dejó la exclusividad del papel de los villanos de esta historia y convirtió al Gobierno si no en un héroe, por lo menos en alguien con mayor sensibilidad.
Inconscientes.