Por Félix Cortés Camarillo
Al igual que su secretaria del Tesoro Janet Yellen dijera ayer por la mañana, el presidente Joe Biden insiste en que “la recesión no es inevitable” pero que la inflación permanece inaceptablemente alta.
El asunto de la economía “caliente”, con una inflación que anda por arriba del diez por ciento en los Estados Unidos y en México se acerca con certeza a esa cifra, es algo que los políticos, especialmente el gobierno mexicano, han querido ocultar debajo de la alfombra, para mantener la ilusión de una fortaleza financiera que al erario le está costando millones de pesos al da al través del subsidio a las gasolinas para que no suban s u precio real, y que junto con el precio del dólar más o menos estable alrededor de los veinte pesos por pieza son los últimos cartuchos de que dispone el arsenal retórico del presidente López para convencernos de que estamos bien. Muy bien.
Nuestro horizonte se vuelve más negro, peliagudo y apestoso -si es adivinanza, ya me la sé- cuando las encuestas en los Estados Unidos, ese oráculo moderno que nos hemos inventado para creer las mentiras de los que gobiernan, indican que el 83 por ciento de los encuestados dice que la economía es el factor que determinará su voto en las importantes elecciones intermedias de noviembre este año y en las presidenciales del 2024.
Eso, mientras que ha concluido una semana entera de las investigaciones del comité especial de la Cámara de Representantes que trata de determinar la culpabilidad de Donald Trump en el asalto violento al Capitolio en Washington el 6 de enero de 1921. Una turbamulta tomó las instalaciones del Congreso, causando varias muertes, azuzada por los mensajes e instrucciones directas del candidato presidencial vencido el noviembre anterior. Un 58% de los americanos encuestados dijo que Trump debe ser acusado de haber sido un “clear and present danger” -figura jurídica de la Suprema Corte que luego mutó a “Imminent lawless action” Peligro claro y presente o acción ilegal inminente.
Lo cierto es que cierto político norteamericano racista y antimexicano, que cuando fue candidato a la presidencia de su país recibió el apoyo y la visita personal del presidente López en un acto inédito e inusual de injerencia en asuntos internos de otro país, tiene la posibilidad -especialmente si nuestras economías en concubinato siguen en declive, fenómeno que no tiene remedio antes de que termine el 2023, si acaso.
Donald Trump conserva un fuerte margen de apoyo y simpatía de grupos numerosos y acríticos de la sociedad de los Estados Unidos, que se siguen creyendo el eslogan de que el resultado de las elecciones del 2020 fue “la gran mentira”. De idéntica manera que en México el presidente López sigue teniendo apoyo y simpatía de grupos numerosos y acríticos que se siguen creyendo el slogan de que “a México le va bien, muy bien”.
Diría mi abuela: que Dios nos coja confesados.
PILÓN: La risa y la prisa. Cuando las represas se secan comienzan a descubrirse entre el lodo las piezas de basura que estuvieron ahí inadvertidas. La crisis del desabasto de agua en Nuevo León ha dejado al descubierto la prisa por inventar soluciones ilusorias como el bombardeo de nubes, la desalinización del agua de mar o regresar al proyecto Monterrey VI. Pero además hemos sido testigos de las mentiras risibles del gobernador inepto, que quiere endosarle las mentadas de madre que le pertenecen “como si yo fuera el responsable de la falta de agua” al gobernador que le precedió. Claro, Samuel es “solamente” el gobernador del Estado. Pero además, hace un mes dijo que Monterrey necesita 16 mil metros cúbicos por segundo pero sólo tenía 10 mil. Ahora, el gobernador y su canchanchán Barragán dicen que ya tenemos quince mil, pero que vamos por veinte. Y la gente sin agua.
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