Al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le va bien en el norte del país, sea en Durango, Chihuahua o Nuevo León, hace clic. Las otras corcholatas siguen rezagadas en el norte, ni Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ni el canciller Marcelo Ebrard cuentan, por sus funciones, con las oportunidades que la Segob, que maneja la política interna, tiene.
Más acá de la corcholatería, el secretario viene a paliar la crisis hídrica que padece Nuevo León, solo soportable por la entereza de nuestros ciudadanos. Prolongar esta crisis nos enfrentaría a un problema de ingobernabilidad que nadie desea. La descomposición de la vida pública del estado es gravísima: la crisis del agua, la inseguridad, los feminicidios espectaculares y los soterrados, la contaminación (la peor en América latina), un gobierno estatal impositivo, recaudatorio (aumento en las tarifas del transporte público, en los recibos de Agua y Drenaje, pagando al alza un servicio del cual no disponemos, la posibilidad de replaqueo…).
Ante el disgusto ciudadano, el gusto de que la 4T intervenga en las políticas públicas de Nuevo León, sobre todo en la crisis hídrica. El decretazo como manotazo ante el hacerse güeyes, empresarios y funcionarios públicos, en el manejo de la crisis. El derecho al agua es un derecho humano. El agua ni es de los empresarios ni es de quienes ejercen o quieren ejercer la gobernación. El presidente Andrés Manuel López Obrador lo dijo una y otra y otra y otra vez. Aquí nadie le hizo caso, por eso su intervención, no en la soberanía del estado, sino para que el estado sea soberano en el uso de los recursos naturales.
De un estado modelo, reconocido en el país y en otros países, nos convertirnos, cuando pasamos de ser industriales a la sociedad de servicios, en el hazmerreír nacional e internacional. Cuando el mundo nos voltea a ver, es por sequía o por feminicidios (Debanhi), no por nuestra pujanza desperdiciada. Como escribió un poeta, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Nos perdimos en los recovecos del capitalismo social (Eugenio Garza Sada) y nunca más “héroes en mangas de camisa” (Alfonso Reyes).
En una entrevista con el periódico El País, el director de Conagua, Germán Martínez, es claro: “Concesiones de agua nuevas, no va a haber. De hecho en los cinco acuíferos que se tiene en Monterrey no se permite la extracción. Se dieron muchas concesiones, porque el desarrollo económico lo requería. Hace tiempo se debería haber frenado. Monterrey es una de las zonas económicamente más importantes, pero el tema de la escasez sí puede limitar su desarrollo. Por eso se invita a nuevos inversionistas a que vayan a un lugar donde haya agua”.
Una postura diametralmente contraria a la del Poder Ejecutivo de Nuevo León que, hace unas semanas, declaró que había agua suficiente, incluyendo perforar pozos, para los inversionistas extranjeros y nacionales que quisieran asentarse en Nuevo León. Sin la intervención de la 4T y del presidente López Obrador, la crisis hídrica se convertiría en un problema no solo de gobernabilidad, eso se resuelve con acuerdos políticos, sino en un problema social donde los reineros careceríamos del derecho humano al agua.
La visita de Adán Augusto es política también –obvio, es uno de los tres candidatos a suceder a López Obrador–, pero es sustancialmente social. Viene a explicar el decreto de seguridad nacional para que los nuevoleoneses dejemos de padecer sed. Y, de paso, aunque no necesariamente de paso, implícitamente confirmar que esto no es sequía, es saqueo. Si en Ternium, Arca Continental, Cemex, Heineken no lo entienden, pues sobre aviso no hay engaño.