Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Hasta la supervivencia de una banda de ladrones necesita de la lealtad recíproca”
Antonio Genovesi
Uno de los principales problemas que afrontar los partidos políticos en México y el mundo es la falta de credibilidad y confianza por parte de los ciudadanos.
Los partidos existen porque tienen que existir, pero no porque los votantes sientan, como antaño, una identificación con cada institución, sus ideales y postulados, eso se acabó.
Pero como siguen la baba y el mar completo se les hace chico para hacer un buche, los partidos siguen jugando a las apariencias, a decir mentiras, a intentar engañar a todos con trucos baratos y muy gastados.
Dígalo si no es show que los panistas de Monterrey se armaron para renovar su dirigencia municipal a la que renunció “Poli” Flores para pasar la estafeta en un interinato como de 15 segundos a Liz Rosas, para después hacer una elección en la que volvió a resultar electo “Poli”.
¿Para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo? ¿Qué ganan con escenificar una parodia?
Ojalá, y lo digo en serio, que cuando menos a Elizabeth Rosas en esta ocasión le agradezcan los servicios prestados y no le salgan como de costumbre que termina desplazada.
Pero si lo de “Poli” es cuestionable, lo que está para estirarse los pelos es el permitir el retorno de Iván Garza a las filas albiazules después de la estrepitosa derrota en su campaña por la alcaldía de Monterrey en 2015, de haber repetido la hazaña con Movimiento Ciudadano tres años después y de que, además, ocupara una subsecretaría en el gobierno de Jaime Rodríguez.
¿Qué pensará de ello la militancia de verdad, la que siente amor y pasión por sus colores, la que ha sudado y gastado suela en las campañas pidiendo el voto? Porque Iván no regresará al final de la fila, prontito lo van a colar a los primeros lugares para darle en el 2024 una candidatura.
¿De verdad paga la lealtad a los partidos?