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Por Félix Cortés Camarillo

La historia de México que nos han contado, como la de todos los países del mundo, está llena de medias verdades, episodios imaginarios, maquillaje radical y mentiras colosales. De manera especial, los episodios ligados a la Guerra de Independencia. Una guerra que, para empezar, dio comienzo con una proclama en defensa del rey de España, Fernando VII, a quien Pepe Botella, el hermano de Napoleón, había depuesto allá en Madrid. Curiosa proclama independentista la de Miguel Hidalgo, aunque no hay un registro fiel de lo que el padre de la Patria gritó.

Hay quien dice que l rebelión fue convocada el día 14. Lo cierto es que el grito no fue por la noche del sábado 15 de septiembre de 1810: no suele llamarse a misa a las once de la noche, que es la hora en que los mexicanos de hoy celebran. A las 5 de la mañana del domingo 16, Hidalgo mandó tocar la campana llamando a la primera misa, para arengar a los artesanos, campesinos, arrieros y pobres que se congregaron. Porfirio Díaz, noventa años después mandamás del país, cambió la ceremonia de la independencia a la noche del día 15 de septiembre. Era la fecha de su cumpleaños, faltaba más.

Mentiras van, mentiras vienen, generalmente a partir de las siete de la mañana en Palacio Nacional. Una de las más frecuentes es de que, desde Madero, el presidente López es el que más ha sido atacado por la prensa. Todos los medios, dice López Obrador, están del lado de la mentira. Claro, con sus honrosas excepciones.

El secretario de la Defensa Nacional ya ha hecho eco de ese canturreo que tiene todo el aspecto de amenaza a los periodistas y los medios que no se dedican a la loa y a la exégesis de lo que el presidente quiso decir…

“Paren prensas”, se gritaba hace años cuando llegaba una noticia fuerte y ya las máquinas rotativas de impresión habían iniciado su trabajo. Lo que quiere la cuarta simulación es parar la prensa, la radio, la televisión, las redes sociales, todo lo que no esté afinado en el mismo tono y modo que se dicta en Palacio.

Y eso es peligroso. Mucho.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): No sé cuál es el prurito que les pica a los que se molestan porque el presidente López llame “Señor” a uno de los delincuentes y narcotraficantes mexicanos más cruel y dañino, Miguel Ángel Félix Gallardo, el “jefe de jefes”, “el Padrino”. El fundador de los cárteles del narcotráfico de Guadalajara y Sonora.

¿Ya se les olvida que a todos ellos -nosotros- cuando hace referencia en sus discursos nos llama “neoliberales”, para en automático añadir el epíteto corruptos?

Al hombre condenado a 40 años de prisión por el asesinato del agente norteamericano de la DEA Enrique Camarena, el presidente López sólo respeta, según confesó porque él respeta a todos, sino que también ha dado instrucciones de que su régimen de prisión sea sustituido por el de prisión domiciliaria, provisto el reo de un brazalete electrónico para que la autoridad conozca siempre cual es su paradero. Todo porque la salud de Félix Gallardo, de 76 años de edad, está minada por padecimientos graves que no le dan más de tres años de vida.

Qué bueno que el presidente de muestra de magnificencia y compasión, además de vocación por el cumplimiento de la ley: el delincuente, por su edad y condición de salud merece por ley el beneficio de la prisión domiciliaria.

Misma que merecía, por ley, Rosario Robles, correligionaria del presidente López cuando era oposición y que pasó más de tres años en prisión sin juicio ni condena.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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