Por Félix Cortés Camarillo
En 1910 el llamado de auxilio de las naves naufragando en los que decían procelosos mares, por alguna razón era CQD; la última letra quería decir en inglés peligro. El llamado fue cambiado por las letras SOS que hoy conocemos.
La añeja creencia de que SOS es un acrónimo de save our souls, además de cursi por romántica es pendeja: cuando un barco se está hundiendo, lo menos que quieres que salven es tu alma. En la simple realidad, para los telegrafistas con el agua literalmente al cuello, era mucho más fácil teclear :punto,punto,punto,raya,raya,raya,punto,punto,punto que en clave morse equivale a las tres letras famosas. Dícese que algún veracruzano le añadió “puto el que lo lea”.
Ayer Tatiana Clouthier presentó escénicamente en la mañanera su renuncia al cargo de secretaria de Economía, dejando claro que no se va de las gradas de aplauso al beisbolero mayor. Allá ella. Pero no es la primera que deja el arpa. La oficina que ya vació por los rumbos de la embajada rusa, fue primero ocupada poco más de un año en este sexenio por Graciela Márquez Colín, que se fue al INEGI, que no lo hace mal.
La cuarta simulación tiene entre otras características el abandono de titulares clave. Carlos Urzúa, efímero titular de la Secretaría de Hacienda, se fue porque no estuvo de acuerdo con las políticas económicas que su jefe quería imponerle, y así lo hizo saber en su carta de renuncia. Germán Martínez renunciando a la dirección general del Seguro Social y dejó muy claro que la política de López Obrador que establece el doctor López Gatell no tenía nada que ver con el interés nacional en materia de salud y se fue a ser un importante factor político de la escuálida oposición. Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones y Transportes, no estuvo de acuerdo con el que los puertos fuesen regalados al secretario de Marina.
Un constitucionalista, Jaime Cárdenas, estrenó la oficina del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, invento del presidente. Muy pronto renunció al darse cuenta de que en esa oficina de administración de bienes decomisados era una cueva de ladrones, y así lo puso en su carta de renuncia. La fuga más reciente y escandalosa había sido la de Omar Gómez Trejo, fiscal especial para investigar el cuento de Ayotzinapa porque no se subordinaba a las políticas del fiscal Gertz Manero, que ya había sacado de la privilegiada posición de abogado de la Presidencia, el señor Scherer.
Volviendo a la navegación, sería de gran simpleza y vulgaridad asumir que Tatiana Clouthier y las próximas y previsibles bajas del gabinete actual obedecen a la consigna de que las ratas son las primeras en abandonar un barco en naufragio. Lo que no es tan equivocado es tener en cuenta que el presidente López es intolerante con todo aquel que no esté dispuesto a aceptar sus criterios y su definición de la verdad: los abandonos aquí referidos ya lo han documentado. Si la señora Clouthier no quiere extenderse sobre ellos, muy su derecho a la privacidad. Pero de que no aguantó el yugo, no lo aguantó.
Tres puntos, tres rayas, tres puntos. Salven nuestras almas.
A estas alturas del partido, que para usar los términos beisbolísticos que usó ayer Tatiana, ya pasó la séptima entrada, que se dice fatídica. De hecho, en el béisbol, pasada la parte alta de la cuarta entrada, el partido ya es legal.
Se me hace que a la cuarta simulación el adjetivo le viene guango.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto señor presidente, ya se le fue el camión este año. Pero de una vez apunte al doctor López Gatell como candidato al premio Nobel de Medicina en 2023. Le va a ir muy bien.
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