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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Nadie puede llevar mucho tiempo una máscara. Lo que se finge recupera rápidamente su naturaleza. // Séneca

Mienten nuestros gobernantes cuando llenándose la boca nos aseguran que hemos vencido la crisis del agua en Nuevo León y más cuando aseguran que ha sido gracias a su labor.

Tenemos agua porque llovió, pero llovió muy poco en comparación con los promedios de años anteriores y el escaso líquido que hoy tienen nuestras presas es finito, se acabará pronto como no vuelva a llover.

Tenemos agua en el imaginario colectivo porque ya no la cortan, pero el problema de raíz sigue ahí y los políticos no hacen nada para remediarlo.

No podemos esperar que se reduzca el consumo con los tímidos llamados que hace Juan Ignacio Barragán pidiendo a los usuarios que utilicen el recurso de manera prudente; no se puede pedir que consuma menos agua a quien aún hoy sufre durante días y semanas por la falta del líquido, es imposible pensar que hemos ganado una batalla cuando a diario observamos fugas por doquier, tanto de agua potable como de drenaje.

El problema es mucho mayor de lo que nuestros ilusos servidores públicos alcanzan a dimensionar y de seguir las cosas como van, en menos de un año estaremos enfrentando otra vez a los mismos fantasmas.

Lo escribí aquí muchos meses antes de que llegara el Presidente y les arrebatara la bandera que pudo haber colocado a Samuel García en el pináculo de la gloria: construyamos todos, en tiempo récord, el segundo acueducto de El Cuchillo… dijeron que no, que tardarían más de dos años y la receta, igualita a la que propuse, se las aplicaron desde la Presidencia.

Como diría “El Perro” Bermúdez: “La tuvieron, era suya y la dejaron ir”.

Podría creer en sus vanas palabras si hicieran de perdido “algo” para ahorrar el agua, pero no van más allá de las palabras huecas y así, perdón, suenan bofo.

¿Por qué no pensar en diseñar dispositivos económicos que almacenen el agua de regaderas, lavabos y hasta de fregaderos y lavadoras, para reusarla y con ella alimentar los aparatos sanitarios de todas las casas de Monterrey?

¿Por qué no pensar en un ejército de jóvenes que se encarguen de instalar estos dispositivos asignándoles un salario? ¿Por qué no asignar un descuento en la tarifa por instalar estos equipos para incentivar su uso?

Tenemos la capacidad, la creatividad e ingenio suficientes como para diseñar un simple sistema que nos permita ahorrar miles y miles de litros diariamente y así evitar el seguir desperdiciando toda esta agua. Algo igual podría hacerse para el riego de jardines.

Pero no, no hacen nada, no se les ocurre nada y lo peor es que no aceptan ninguna propuesta o idea para de perdido aparentar que están haciendo algo.

Ya no mientan, todos sabemos la verdad.

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Autor: stafflostubos
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