Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las
convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento”
Voltaire
Desde hace días unas ideas dan vuelta por mi mente en las noches y me roban el sueño. Trato de analizar todas las posibilidades, de escudriñar todos los ángulos, pero no logro llegar a una conclusión que satisfaga a mi mente y me quite el insomnio.
A principios de los 90’s siendo productor del programa “Consenso” de Imevisión local, un día subimos a un helicóptero de Gobierno del Estado para grabar imágenes de la ciudad; me acompañaba Raúl Rubio Cano y lo primero que comentó al iniciar el vuelo fue la nata de color naranja que se extendía sobre la ciudad: la contaminación.
Treinta años después he visto imágenes captadas por drones que muestran la misma cantidad de contaminación. La mancha no es más grande, ni más densa.
Recuerdo que por aquellas fechas y aún antes, viajaba con frecuencia de la Cd. de México y en más de una ocasión me sentí mal al no poder respirar por la gran cantidad de contaminantes en el ambiente. Debo decir que esa experiencia nunca la he vivido en Monterrey.
Sé que después de mi hipótesis sobrará una enorme cantidad de encanijados que se me lanzarán a la yugular, pero eso no me quita el sueño, de manera que ahí voy:
Me cuestiono si en este tiempo, a los miembros de esta generación de cristal adoradora de lo “políticamente correcto”, no les ha sobrepasado el tema de la contaminación ambiental y se encuentren empañicados de más por algo que debe preocuparnos, más no paralizarnos.
Con esta nueva forma de ver y vivir la vida, hemos ido poco a poco llegando a extremos, descalificando muchas cosas que antes eran comunes, criticando y señalando con índice de fuego algunas situaciones, pero perdiendo el centro de la atención en lo verdaderamente importante.
¿No será más prioridad el atender la crisis del agua que el preocuparnos por la contaminación? ¿Es que alguien se murió, se llenaron los hospitales o hubo intoxicados por la fumarola amarilla del domingo?
Deberíamos estar muchos más atentos a resolver el problema de la movilidad y resolver de verdad el tema del transporte público, impidiendo que un grupo de iluminados en contubernio con los empresarios del ramo nos enjareten soluciones que nunca dan resultados, pero sí pingües ingresos.
También deberíamos exigir mayores acciones en cuanto a la seguridad, exigir que las mujeres puedan deambular por la ciudad sin miedo, subir a un camión, el metro o un taxi, y que se acaben las ejecuciones que a diario debemos atestiguar.
Insisto, no me lo platican, yo lo vi, es la misma cantidad de contaminación, pero hoy somos más “conscientes” y al mismo tiempo más escandalosos.
Se nos va la vida en lo “políticamente correcto” y ni disfrutamos de las cosas buenas que tenemos, ni resolvemos un carajo, porque son demasiados temas fuera de nuestro control y alcance.