Por José Jaime Ruiz
La presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, puede presumir la condecoración otorgada en Marruecos, ese premio llamado “Derechos Humanos 2023” de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas. Condecoraciones y medallas tienen su reverso y ese reverso para la ministra Piña significa que, desde su presidencia, el Poder Judicial sigue siendo el poder de la corrupción y la impunidad, un poder pútrido que reprueba cualquier examen judicial y de conciencia.
Instrumentalista, durante la presidencia de Norma Piña se acentúa la verdadera vocación judicial donde sigue imponiéndose la impunidad para el crimen organizado, es decir, los señores delincuentes de cuello blanco y los narcotraficantes. Heredera avanzada del sistema pútrido mexicano donde la corrupción del Poder Judicial no es parte de ese sistema sino es el sistema mismo, Norma Piña es el instrumento, la herramienta del Cártel del capo Claudio X. González, el autor intelectual de la persecución, encarcelamiento y asesinato de miembros del magisterio.
Durante los meses de la presidencia de Norma Piña hay de todo, desde desbloquear las cuentas de la esposa de Genaro García Luna hasta exculpar a la jueza que sentenció a Roxana Ruiz, acusada de matar a su violador, con una pena de seis años de prisión por “uso excesivo de la legítima defensa” diciéndole a Roxana que con un “golpe” en la cabeza era suficiente para defenderse”.
Ese mismo Poder Judicial, ahora se sabe, que quiso liberar al Güero Palma en tres horas, sí, en tres horas, para cumplir con su responsabilidad de una justicia lucrativamente expedita.
El Poder Judicial que preside Norma Piña, por más que sus defensores se retuerzan en una retórica inútil, no pasa el examen de administrar la justicia. Acostumbrada a negociar en lo oscurito, según reveló Andrés Manuel López Obrador, en un desayuno la ministra presidenta trató de “abrirle el apetito” a la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, para que ambicionara estar al mando de la Guardia Nacional.
Por eso es importante la postura de Daniel Cosío Villegas, quien ponderaba el voto para magistrados del siglo XIX, y escribió: “La Corte electa popularmente resultó independiente de la burguesía adinerada”.
Por eso la derecha y el Cártel del capo Claudio X. González, a través de Norma Piña, se resisten a la democracia, a que los ministros y miembros del Poder Judicial sean electos democráticamente, porque eso destruiría los intereses oligárquicos reflejados en la Suprema Corte de Justicia. Y no quieren ajustar su salario, sus prestaciones, sus prebendas porque son siervos de la corrupción y portadores, donadores, de impunidad.
