Por José Jaime Ruiz
Después del estrepitoso fracaso del Golpe de Estado en contra de la administración del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda, el escenario se trasladó a la Ciudad de México, a Palacio Nacional (el eterno espaldarazo del presidente Andrés Manuel López Obrador), al Senado y a la Fiscalía General de la República. Ahora veremos qué le conviene a Nuevo León en la Fiscalía General de Justicia y en la Secretaría de Seguridad.
En el escenario de la salida de Pedro Arce –empleadillo del capo Francisco Cienfuegos– como encargado de despacho, se evalúa el arribo de Gerardo Saúl Palacios Pámanes a la dependencia y el ascenso del comisario de Fuerza Civil, Gerardo Escamilla, a la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de Nuevo León. Se trata de arrebatarle al PRIAN, a Paco Cienfuegos y Zeferino Chefo Salgado, sus tentáculos en la procuración de justicia en el estado.
Paco Cienfuegos y Pedro Arce se pasaron de lanza al querer darle a Samuel Alejandro un Golpe de Estado, blando, pero golpe al fin y al cabo, al coaccionar con sus agentes armados el trabajo de gobierno en el recinto de mayor atención ciudadana que tiene la administración, es decir, la Torre Administrativa, el Pabellón Ciudadano.
No hay “pero” que valga en contra de un funcionario eficaz y comprometido como lo es Gerardo Palacios Pámanes, licenciado en Derecho, maestro en Criminología, doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León, cursos de solución y controversias, políticas de seguridad y defensa (en Washington, D. C.), otros cursos del FBI, autor de libros monográficos, conferencias en México, Estados Unidos, Colombia, Bolivia y Chile. Catedrático en Derecho, ha recorrido todo, su hoja de ruta lo llevó, inicialmente, a ser jefe de departamento en el Penal de Cadereyta hasta secretario de Seguridad Pública. ¿Quién mejor que él para ser el fiscal en Nuevo León?
¿Cómo se solucionará el escollo que Palacios Pámanes tiene constitucionalmente? Hay que recordar el Artículo 158, Fracción V, de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Nuevo León: «No haber sido Gobernador o secretario de despacho del Ejecutivo, cuando menos un año previo al día de su nombramiento y tener un perfil que le permita que la función de procuración de justicia cumpla con los principios de autonomía, eficiencia, imparcialidad, legalidad, objetividad, profesionalismo, responsabilidad y respeto a los derechos humanos».
Hace unos días escribí: “La crónica del PRIAN en Nuevo León es la derrota. Un espacio de tiempo, un espacio político. No tomaron en serio a Samuel Alejandro, se equivocaron. Despacio aprenden o en el destino o desatino pierden”. Prolongué en otra publicación (“Paco Cienfuegos: el principio del fin”): “El tiempo político del capo Francisco Cienfuegos se acaba, como se acaba el de Chefo Salgado y ese adefesio denominado PRIAN”.
A Chefo y a Paco Cienfuegos les llegó la hora, no entienden; ahogados, siguen pataleando.
