Por Félix Cortés Camarillo
Quiero obsequiarles, antes que nada, dos cápsulas de memoria política, esa que no abunda entre nuestra población.
El primer jefe de gobierno que vino a la Ciudad de México a felicitar al presidente López fue, el 30 de enero de 2019, don Pedro Sánchez Pérez-Castrejón –ya sabe usted cómo se las gastan en la Patria Madre en eso de los apellidos compuestos- presidente, hasta la madrugada de hoy del gobierno de España.
Píldora segunda: el primer dirigente de un partido político que vino a México, el 2 de septiembre de 20121, invitado por Julen Rementería y su pandilla del PAN, fue Santiago Abascal, cabecilla del partido VOX; vino a que le firmaran una tal “Carta de Madrid” para bloquear el avance del comunismo en lo que él llama la Iberoesfera.
Menciono a los dos ilustres visitantes del pasado a nuestro país porque el domingo hubo elecciones generales en toda España, de cuyo resultado depende quién será el próximo presidente del gobierno español, en lugar de Pedrín, quien de paso es actualmente el presidente pro tempore de la Unión Europea. Abro paréntesis para señalar que en los países civilizados, cuando su jefe de gobierno tiene una responsabilidad temporal en un órgano regional, cuando vence el plazo lo entrega. Pero me estoy desviando.
Hasta el momento en que escribo esto, no podía haber resultados oficiales de los comicios. Entre otras cosas, por lo cerrado de las cifras. Alrededor de siete millones ochocientos mil ochenta votos computados eran para el Partido Socialista Obrero Español de Sánchez; cerca de siete millones ochocientos mil setenta votos eran para el Partido Popular, que es la derecha centro tradicional. Los votos emitidos por correo todavía se están contando. De cualquier manera, en términos de diputaciones logradas, el balance era más o menos similar: ciento setenta diputaciones por bando. En los sistemas parlamentarios europeos, de los que podríamos aprender aquí un buen, el partido que consigue la mayoría en el parlamento es invitado por, en este caso el Rey de España, a formar gobierno y a presidirlo.
El hecho es que ninguna de las dos corrientes políticas tiene la mayoría para gobernar en solitario. Y aquí aparecen los bandidos, como Dante Delgado Ranauro y su licencia del MC en México. El PSOE, que supuestamente es de izquierda, para gobernar se tendría que aliar con la izquierda que agrupó a partidos minúsculos, Sumar. El Partido Popular tendría que casarse con Vox, el partido extremista y fascistoide.
Difícil opción, ¿no?
El camino alterno es anular las elecciones, que se dieron a temperatura de cuarenta grados centígrados, como si estuvieran en mi tierra.
En eso estamos los que no queremos la reelección del cuatrote.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Señor Vicente Fox, por favor: no le recuerde a los mexicanos que hace años votaron en contra del PRI, que llevaron a la presidencia a un imbécil racista peor que el actual.
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