Por Félix Cortés Camarillo
Cuando hace 75 años entré al primer año de la educación primaria, yo ya sabía leer; había aprendido acomodando en mi cerebro –como Gutenberg- la tipografía de los periódicos para armar palabras y entender su sentido. Primero con los monitos dominicales de El Porvenir que incluían a Benitín y Eneas, Educando a Papá, Mandrake el mago maravilla, o Lorenzo y Pepita. Nunca entendí, hasta hoy, la mecánica de esa tropicalización de los títulos originales. Sea como sea, con ese tipo de letra me encontré al año siguiente, en el libro que se llamaba Poco a Poco.
Pero en aquel primer año, en el que yo le cargaba enamorado los libros a mi maestra Xóchitl para acompañarla hasta que apareció un pelafustán que resultó ser su novio llegó a mis manos la otra letra: la manuscrita, que tuve que aprender. Y después de todo este tiempo puedo recitar la lección primera del libro Oriente, dedicado a la letra a, y que dice: mamá, mamá, ama, loma, lima. La loma; la lima. Mi mamá me mima.
Estamos en mi país inmersos en una vana discusión sobe quién será el próximo mandón omnipotente sobre nuestras almas y haciendas. Y nos preocupa en esta encrucijada que tenemos al frente, cuál es proyecto de salud, seguridad, política exterior o incentivos fiscales de cada uno de los aspirantes.
A cuatro semanas de que comience el nuevo ciclo escolar de elementales en México, se desató un torbellino en torno al contenido y manejo de los libros de texto obligatorios y gratuitos para nuestros chilpayates. Presunta y confesadamente un señor protegido de la esposa del presidente López y que se llama Marx Arriaga ha dedicado los últimos tres años a modificar los libros de texto gratuitos al modo de la ideología política del presidente. En esencia, al parecer, se trata de eliminar de ellos todo sentido de competitividad para sustituirlo por una comunitaria mentalidad que elimine el egoísmo. Cambiar la óptica pragmática y lógica por una humanística y social.
Nada en contra, en principio. Pero líneas arriba escribí “al parecer”: es que yo no sé cuántos de los críticos de este cambio tan importante al esquema del pensamiento nacional conoce la estructura y conformación de estos libros que van a modelar el pensamiento social -porque el personal lo forjamos padres, amigos, novias, vecinos, enemigos- cada uno jalando de la esquina que le toca en este pañuelo. Yo no lo conozco los “nuevos” libros más que de oídas.
De la misma forma en que los que no nos parece este modelo educativo, y lo hacemos por motivos que nacen en la entraña, por las mismas causas el presidente López ha dicho que los libros de texto van porque van. Aunque haya un amparo concedido a una asociación de padres de familia que poco pinta. Y aunque pintara: los libros de texto de Marx se entregarán el 28 de agosto y se van a aplicar. Ya lo dijo Andrés Manuel: no me vengan con el cuento de que la ley es la ley.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): ¿No les parece que detrás de la persecución del anestesiólogo de Baja California por andar comprando fentanilo sin mocharse hay mucha podredumbre?
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